Felicidad

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Daemon siente el aroma inconfundible de la joven empresaria que, hacia acto de presencia, su sola presencia transmitía seguridad, eso era de admirar, le gustaba todas y cada una de las facetas de esa castaña, pensó el pelinegro que la miraba revisar su celular. Vestía un vestido que se ajustaba a su cintura de allí caía hasta las rodillas, esas sandalias cubrían sus pies blancos, en uno de sus tobillos una tobillera de plata adornaba.

Naia sintió su cargada mirada sobre ella, sin cambiar su expresión seria le guiño y él le devolvió el gesto. Entro a la cocina por un poco de agua.

– ¿Desde cuándo se conocen tu y Daemon? – no tardo en preguntar Wendy, no se quedaría con la duda. Naia rodo los ojos con fastidio, nunca había sentido eso por nadie, pero esa mujer sacaba lo peor de ella.

– Pensé que eran amigos, pero ya no estoy tan segura – respondió girando, para mirar al enemigo a la cara - pregúntale a él tal vez obtengas satisfacer tu curiosidad. ¿Pero sabes? – hizo un gesto pensativo, disfrutando de la furia de Wendy – por ahí dicen que la curiosidad mato al gato.

Sin esperar una respuesta de parte de la rubia salió a la piscina, se concentraría en su trabajo.

Daemon se incorporó al escuchar los autos llegar, fue afuera para recibirlos, pero solo se encontró con un de los posible clientes, lo saludo cordial invitándolo a dentro de la casa, al gira sobre su eje, vio a Lucas hablando con Naia. Freno su andar viendo con la familiaridad que se trataban, decir que los celos no recobraron, seria mentir. Ya que Lucas era un hombre que cada fin de semana tenía una nueva conquista, decía que la edad y sus canas era lo que atraía a las chicas, la forma respetuosa en que la trato lo dejo más tranquilo.

Les dio su espacio, lo que menos quería Daemon era parecer un maniático celoso. Al llegar Lucas a él lo saludo estrechando su mano, gesto que devolvió Daemon.

– No estaba enterado que habías emparentado con la familia Bartsch – pregunto curioso Lucas. – sabes que si lastimas a esa chica tu cabeza amanecerá colgada en algún puente de la ciudad ¿verdad? – la seriedad del hombre no le permitió tomar su comentario como una broma.

– Espero no correr con esa suerte sería muy desagradable – menciono con una sonrisa que salió casi como una mueca.

– Yo que tú lo pensaría dos veces antes de hacer sufrir a esa chica, ella es la joya de esa familia, llego en el momento indicado para las dos parte, para ella – la señalo con un dedo sin disimulo alguno a Naia quien estaba concentrada en la pantalla de su laptop – fue vivir de nuevo, para los Bartsch, en especial para maricela; fue una oportunidad la cual la vida le negó.

Daemon no se asustó, si ese era el cometido del hombre fracaso, solo incremento la curiosidad de saber cómo y por qué llego su mujer a la familia Bartsch.

La reunión con sus nuevos clientes estaba saliendo más que bien, Daemon y su equipo de trabajo se habían esmerado para que solo una respuesta positiva fluyera.

Sin ver cuanto había paso el tiempo, se tomaron un receso. Miro afuera enfoco a la castaña al parecer tenía una videollamada, hablaba y de vez en cuando asentía, afirmando a lo que sea que había mostrado.

Wendy llego con los canapés y pasabocas que había preparado Naia con anterioridad, sirvió vino para todos.

– ¿Tú los has hecho? – pregunto uno de los clientes con uno de los canapés en la mano como dudando comerlos.

Wendy negó, lo que menos quería era que la culparan por algo que encontró en la nevera, aunque los había llevado con la intención del crédito por ello.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora