Promesa

39 3 1
                                    


Esa mañana Naia despertó por unos besos en su cuello bajaron a su abdomen, recordó que había castigado a Daemon y de paso a ella, que cuando lo vio desnudo en el baño se le hizo agua la boca con ganas de saborear ese trozo de carne.

Esa mañana no se sentía menos excitada esos toques y la fricción de su falo rosando su feminidad mientras robaba hasta su último aliento en un beso que al separarse la dejo con ganas de más, no alcanzó a reclamar cuando un gemido salió al sentir la majestuosa lengua acariciando sus labios, mordió, lamio y jugo a su gusto hasta quedar más que a gusto de su delicioso sabor

– Deliciosa – se saboreó - esta vez ninguno de los dos sé que dará con ganas mi escurridiza liebre.

la penetro de una estocada, un grito de placer retumbo en la habitación, el pelinegro aseguraba que se escuchó en todo el departamento, lo que agradeció fue estar solos lo que menos quería era que sus padres los escucharan.

Naia arqueo la espalda ofreciéndole los pechos que no tardo en darle la atención pedida a cada uno, ella se ofrecía sin reservas, eso le encantaba al pelinegro que estaba tan dispuesta para él, nunca tuvo una negativa en cuanto a experimentar, disfrutaban del sexo y lo que les sorprendía era que para nada se cansaban o rondaba en lo cotidiano. Daemon aposto que de aburrimiento su relación nunca se acabaría.

Sin importarles que tenía responsabilidades que atender disfrutaron y debieron de cada uno sin prisa. Naia degustaba el sabor de la hombría erecta de Daemon las arcadas no tardaron, pero poco le importo siguió concentrada en lo que hacía, más al escuchar los gruñidos varoniles de Daemon. Cunando sintió que estaba a punto lo saco y un gruñido como reclamo, Naia sonrió entretanto con una mano direcciona a su entrada hasta sentirse llena, gimió al compás de su gutural gruñido, las manos del pelinegro de ojos grises que por la excitación estaban dilatados se apoderaron de las caderas de la castaña quien cabalgaba cual amazona, no descanso hasta llegar al límite de la meta, cayendo rendida por los espasmos del orgasmo que la recorría, dos estocadas más daemon la acompaño. Un tierno beso en sus labios dio por cerra la venganza de un castigo.


***

La pareja desayunaba en casa de Daemon, Naia se había acostumbrado a vivir con los padres del pelinegro, decir que le incomodaba mentía la hacían sentir como un miembro más de la familia, estaba más que feliz por la segunda operación de garganta de Elia había salido bien, el miedo de quedar sin voz fue esfumado luego de las semanas y escucharla hablar.

Maricela quien había llegado esa mañana, ya era costumbre compartir en familia, estaba tentada a mudarse a casa de su hija para estar más cerca de ella, pero no sabía cómo abordar el tema, le servía a su hija el sumo y se sentó al lado de Elia.

– Cariño no te gustaría tener hijo.

La joven empresaria se ahogó con el sumo por las palabras de Daemon quien sonrió sin remordimiento por verla en ese estado, los padres del pelinegro se miraron y compartieron una sonrisa con Maricela.

– Dios, de donde sacas ese tema de la nada, no estábamos hablando del restaurante y tu nuevo proyecto – la castaña miro a su madre, Elia quien le sonrió y Patricio se concentró en su café – respondiendo a tu pregunta si, pero todo a su tiempo – respondió no saldría de allí como una cobarde.

– Por su puesto mi amor todo a su tiempo, pero yo ya te imagino con unos gemelos hermosos – la torturo Daemon a sabiendas que le incomodaba el tema, tomo un sorbo de café viendo como ella entrecerraba los ojos.

Naia se concentró en como su madre y los padres de daemon se hacían ilusión e imaginaban la casa con esos mini ellos correteando por la casa. No pudo sentirse más feliz al ver a su madre feliz siguiendo la corriente.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora