Heridas

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Los días pasaban, las semanas y, eran una eternidad lo que Daemon sintió que había estado lejos de Naia, con la contrición de haberle fallado, como podía refutar al beso que vio si él se había acostado con Wendy, maldijo haber tomado tanto.

Sintiéndose vacío, entro a su recamara donde no había vuelto a dormir, el aroma de la joven empresaria estaba impregnado en cada rincón de la maldita habitación, ¿Cómo podría arrancarla de su corazón si todo se la recordaba?

La voz de su madre lo saco de su letargo, esa era lo único bueno que le estaba sucediendo, su madre estaba en su casa con una fecha prevista para su operación. Fue una de sus escusas para declinar cuando Wendy le insinuó vivir juntos. Nunca viviría con otra mujer en esa casa a menos que fuera la testaruda, y hermosa Naia Bartsch.

Son demasiados orgullosos para ver la realidad de las cosas, por más que las personas cercanas le digan que comenten un error al estas distanciados, ellos simplemente simulan seguir viviendo.

Daemon salió cerrando con llave la habitación, encontró a su madre en el pasillo con una hoja de papel en manos, mirándolo recriminatorio, Wendy nerviosa.

– Ahora podrás estar feliz – sin entender Daemon lee y lo que encuentra le quita el habla –. Eso no te ata a nadie, lo sabes ¿verdad? – asintió dándole un poco de tranquilidad.

Elia se pierde en el pasillo, Daemon no es capaz de argumentar nada, toma a Wendy del brazo saliendo de la casa, de camino a la empresa tampoco encontró que decir, la rabia lo gobernó; pero ya estaba hecho y solo le toca responder, en algo tenía razón su madre Elia no tenía por qué atar su vida a la de Wendy solo responder por él bebe que venía en camino.

Al entrara a su oficina Wendy lo siguió, un poco dudosa decidió romper el silencio.

– ¿Qué piensas al respecto? – con voz temblorosa por que la respuesta no fuera la que ella quería escuchar, se estaba jugando su última carta –. No crees que debemos hablar – la mirada que Daemon le dio la hizo retroceder.

Estaba viendo una faceta que no conocía del pelinegro.

– Lo hablaremos, pero no ahora – sentencio.

Wendy salió de la oficina con una sonrisa plantada en su rostro, quiso preguntar si se casarían, pero sería demasiado obvia, por lo que decidió esperar.

Daemon estuvo tentado a marcar el número de Naia, elimino la idea tan rápido como llego. Que le diría, que ahora tendría un hijo con una mujer que no amaba, un hijo qué quería que fuera de ella.

El almuerzo en casa de Daemon era un sepulcral silencio, las miradas que sedaban Elia y su nana le decían una sola cosa al pelinegro, que no estaban de acuerdo como estaba actuando y el rumbo que llevaba su vida. Por lo contrario, Wendy hablaba como si todo estuviera en completa normalidad.


***

Naia no la estaba pasando mejor, pero no le daba muchas vueltas al asunto, evitaba cualquier encuentro con Daemon, y cuando sus pensamientos la traicionaban se espabilaba enfocándose en la apertura del nuevo restaurante.

Teodoro al enterarse de lo sucedido, lo tomo con la calma que lo caracterizaba, tenía plena confianza en su hija y sabía que ahora dolía, pero lo superaría. Por lo contraria de Axel que no perdió la oportunidad de reclamarle a Daemon por dudar de su hermana, una conversación que termino con el puño de Axel en la cara del pelinegro.

Naia salía de su casa al restaurante, esa tarde tendrían la primera reunión con los dos socios, estaciono frente a la casa de su vecino al ver que Horus se había salido. Llego a él y acaricio su pelaje con cariño, llevándolo a la seguridad de su casa.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora