Verdades

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La castaña soportaba el fuerte chorro de agua fría que impactaba en su piel, las carcajadas burlona de Wendy resonaban en la vieja casona, pero Naia no les dio el gusto de deleitarlos con sus lamentos; soporto el impacto que quemaba dejando una roges en ella, sin hacer ningún sonido.

El hombre serró el mecanismo de la manguera a presión, al ver como la chica temblaba sonrió con sorna por la valentía, su jefe no disfrutaría con ella; pensó dándole la espalda.

Wendy termino el video y lo mando a su antiguo jefe y examigo.

– Si llega a enfermar – señalo a Naia – el jefe te matara, así que yo que tú le buscaba ropa seca – asevero saliendo – él, la necesita viva.

Fueron las últimas palabras del hombre con el parche en el ojo y el tatuaje de escorpión, la mujer con una mueca; busco lo pedido. Sabía que ese hombre no era de juegos y lo que menos quería era morir en sus manos, templo al recordar como torturo a un hombre en esa misma habitación. Lo peor fue que disfruto hacerlo.

Se acerco a Naia, que resistió para no temblar ante ella; Wendy tiro la ropa aun lado asegurándose que no se humedeciera.

– Cámbiate – ordeno como si tuviera algún poder – no te preocupes, pronto tendrás compañía –. Rio dejándola sola en la habitación.

Naia no tardo en cambiarse no por hacerle caso a la peli teñida, ella sabía que no podía enfermar si quería salir de allí lo más pronto; o por lo menos darle aviso a su padre para que viniera por ella. la castaña sabía que si no habían llegado era por que la señal de localizador en la cadena que llevaba estaba siendo bloqueada, necesitaba salir.

Luego de cambiarse, observo todo a su alrededor buscando una ventana por donde pudiera ver hacia a fuera, necesitaba saber dónde estaba. De lo que si estaba segura era que estaba lejos de la cuidad, el silencio predominaba.

La única ventana estaba cubierta con madera evitando la salida, incluso ver hacia fuera. Naia trato de recordar desde el momento en que fue retenida, pero desde que abordo la camioneta una capucha cubrió su cabeza. Los sonidos que recordó fue que luego de una media hora no se escuchaba más auto que el motor de la camioneta que la transportaba, y el retumbar de algunas aves; en el momento que la sacaron de la camioneta la risa azotó su cuerpo y el olor a tierra húmeda se hizo presente.

No tenía nada más que eso, tenía que salir de la casa esa era su única salida, y rezar que su padre y hermano la encontraran antes que lo peor llegara.

Ella estaba consiente que su padre, hermano; incluso Daemon moverían el infierno hasta dar con ella, pero lo que ella no quería era caer en las manos de ese hombre. Se estremeció de solo pensar que fuera el. ¿Quién más tendría interés en hacerle daño? Solo un nombre vino a su mente y ese era Rogelio Blum.


***

Daemon trataba de no estorbar a los hombres que hacían su trabajo en llenar una camioneta con armas, entretanto un chico no más de unos veinte años no dejaba de teclear en la laptop, buscando la ubicación de la gargantilla de Naia.

Trago saliva de solo pensar lo que estaba viviendo, sus ojos se humedecieron, pero no permitió verse débil. La vio temblar por el agua fría, y estaba seguro que sus brazos tenían marcas por el impacto, sonrió sin ganas al recordar su expresión neutra.

– ¿Por qué le tiene un rastreador a su hija? – pregunto mirando fijo a Teodoro que desvió la mirada de la pantalla para verle – usted presentía que este momento llegaría, no es así – no fue una pregunta, fue una afirmación.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora