Recuerdos

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Su piel brillaba por el sudor, los dos trataron de normalizar su respiración. Naia en un momento de cordura recuerda que está empezando una vida sexual con Daemon y en ninguna de las ocasiones sean cuidado, ella nunca se preocupó por eso ya que no tenía una pareja.

– Daemon, no te has cuidado – compartió su inquietud – no está de más decir que yo tampoco.

– No lo necesitamos – levanto la cabeza del pecho de Naia, sin contenerse, se llevó uno de sus pechos a su boca, ella se retorció ante la sensación.

– Se supone que tú eres el de la experiencia, ¿Daemon?

– En mi defensa tu lees muy buenos libros – gesticulo dejando de lado sus senos para enfocarse en ella – y estoy más que seguro que son eróticos ¿verdad? lo lectivo te ayuda mucho en la práctica – además será hermoso verte embarazada de gemelos.

Naia se incorporó como pudo recogiendo la camisa del suelo para cubrir su desnudes, Daemon la seguía sus movimientos.

– No bromees con eso – advirtió.

– Para nada estoy bromeando, es un tema muy serio para tomarlo a la ligera, pero tú no piensas igual, solo quieres practicar o disfrutar que se yo – dijo frustrado sentándose y recargando la espalda en el sofá.

– Vas a pasos agigantados Daemon. – Naia noto que la mirada del pelinegro oscureció y no precisamente de placer. Hablar de hijos tan pronto era absurdo y un tanto loco e irresponsable.

– Tú crees que soy un hombre que trae a cualquiera mujer a casa de su padre, que hablo de temas tan delicados con cualquiera, no Naia, si tengo algo muy seguro es tener una vida juntos.

La convicción con la que pronuncio cada palabra la aturdió, por primera vez no encontró que responder ante una situación. ¡Bueno no era cualquier situación! Pensó.

Se acerco al pelinegro toco su rostro con suavidad como tentando terreno peligroso al ver que acepto sus caricias se sentó en su regazo.

Una carcajada escapo de parte de Naia al ver la cara de poema, ante su gesto él entrecerró los ojos.

– Que bueno que no solo Oscar te haga reír. – negó, dejando un beso en los labios del pelinegro.

– Cariño – Daemon sonrió ladino por lo manipuladora que era su mujer – no crees que lo ideal es conocernos, tener tiempo para nosotros, el pensar en hijos con solo una noche juntos suena muy irresponsable y te aseguro que papá y Axel te darán una paliza por embarazar a su niña. – esta vez fue el pelinegro quien soltó una carcajada por los ojos de cachorro de Naia para convencerlo.

Esa mujer seria la perdición de Daemon, el pelinegro lo sabía, pero más que complacido de serlo.

Se apodero de los labios de la joven empresaria, que más que gustosa respondió con el mismo fervor, las manos inquietas de Daemon torturaron los pezones que dispuestos se irguieron para él.

– Daemon – advirtió, si él pensó que de esa manera evitaría el tema estaba equivocado.

– Esta bien – soltó un suspiro – llamare a Oscar...

– No – lo interrumpió – no crees que es vergonzoso – el estudio sus palabras y para nada le parecía vergonzoso que supieran que ella había sido su mujer.

El agarre en su cadera se hace más fuerte con solo pensar que ella, quiera tener su relación oculta para otro hombre.

Un gemido de dolor escapa de Naia, se zafa de su agarre mirando su cuerpo, en sus caderas las marcas los dedos del pelinegro, en un rojo intenso que muy pronto se tornaran en morado y verde.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora