Castigo

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Naia se encuentra en el hospital, habla con el doctor quien le ha dicho que aún no han encontrado el donante para el trasplante que sería lo mejor y tendría que hacerse de inmediato, la castaña se siente impotente de no poder hacer nada para ayudar, solo lo que menos le gusta, pero es necesario. Recurrir al dinero.

– No se mida en gastos, necesitamos ese donante y hay que dar con él lo antes posible –. La convicción de la joven empresaria, le resto a la duda del doctor por su corta edad asintiendo en respuesta se encargaría de inmediato.

Naia entro a la habitación encontrando a Zack aun dormido, se sentó a su lado en una silla y tomo su mano, mientras observaba la pérdida de su color natural remplazado por una pálido que para nada el sentaba bien. Se las ingenio para trabajar con una mano, lo que menos quería era soltar la de Zack, ella no lo dejaría solo, no había nadie que se lo impidiera y su familia había aceptado lo que ella sentía por él.

Zack por su parte abrió los ojos al sentir el cálido agarre en su mano, allí estaba ella, a su lado esto sí que era amistad, la palabra en si le supo amarga al saborearla, pero prefería adaptarse al sabor que perderla, no ahora que se perdonaron. La escucho maldecir por algo que leía y sonrió al ver lo lejos que había llegado. Era dueña de una cadena de restaurantes y como cereza del pastel con ellos ayudaba a mujeres y personas de escasos recursos.

¡Siempre poseyó un alma bondadosa!

– De seguro el que te hizo maldecir estará templando ante tremenda ofensa.

Naia levanto la mirada y le sonrió como si fuera lo más hermoso que veía, era difícil no quererla, ni confundirse por más que ella dejaba los puntos sobre la "I" se levantó y dejo un beso en su frente, demostrándole con ese gesto su amistad.

– ¿Cómo te sientes? – la pregunta era tonta, pero fue lo primero que le vino en mente.

– Como si el cáncer hiciera de las suyas – ella negó por su humor negro.

Una enfermera acompañada el doctor lo revisaron y suministraron el medicamento, dejándoles saber a Naia que ya su pedido estaba como prioridad, ella asintió y agradeció notando las miradas que Zack le daba a la enfermera, era todo su tipo de mujer, con curvas, el cabello de un castaño oscuro brillante, ojos negros. La chica le sonrió sonrojada al ver que el la miraba y eso hizo destellos en el hombre en la camilla.

– ¡Es linda! – vocalizo cuando la chica salió de la habitación.

– Si, note como no quitaste los ojos de ella – divertida le picho la nariz con un dedo.

– Celosa – ella sonrió por su expresión – tranquila hay Zack para todas – Naia sonrió y le dio gusto que se tomara el tiempo de bromear aun en su estado.

Zack diviso una sombra en la puerta, no le quedo duda de quien era, sabía que la duda un no había muerto, ¿tal vez él podría matarla?

– ¿Hubiera tenido oportunidad? – pregunto sabiendo cual sería la respuesta solo se aseguró que el espectador escuchara.

– Sabes que ese era mi sueño, casarnos, tener hijos y comer perdices – sonrió acariciando la mano que aun sostenía.

– ¿Pero? – no conforme pregunto.

Naia lo miro espéctate.

– Llego él y puso mi mundo de cabeza... – los dos sonrieron.

Zack se alegraba de verla feliz, aunque no fuera con él, ella lo merecía.

– Él se encargó de hacerme saber que no se rendiría, hoy sé que la paciencia es uno de sus fuertes, mira que le di lata – él no lo dudo por un momento – Daemon me saco de mi zona de confort y poco a poco fue despertando las capas de la antigua Naia, la soñadora y risueña, luego apareciste y ella me asegura que podía tener la mejor versión de ambas.

NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora