CUARZO BLANCO

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Llegué feliz a mi casa. Mucho más contento de lo que había estado en semanas. Puede que incluso meses. Era una alegría tan inocente y genuina, que casi me sorprendía a mi mismo. Y es que, el hecho de que estar con el oso tanto tiempo, y que se hubiera abierto a mí de esa manera... me emocionaba.

Nada más llegar a mi casa, me cambié a mi ropa normal, y me dejé caer en el sofá. Pero entonces, un sentimiento amargo me invadió el cuerpo. Me incorporé rápido, con una sensación terrible en el corazón.

- Rubius – Dije en voz alta, aunque no hubiera nadie más allí.

"Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda" – Fue lo único que alcancé a pensar. Con toda la movida que había tenido durante ese tiempo con el oso, me había olvidado completamente del problema que tenía Rubius. Y Nieves también.

No le había buscado en el bosque, a pesar de lo mucho que Nieves me lo había pedido, y de lo preocupada que parecía por él. Cogí el teléfono sin pensarlo dos veces, pero cuando quise marcar, me di cuenta de que no tenía el número de Nieves. Y llamar a Rubius en ese momento podía ser una misión suicida. Podría preguntarles a los chicos, pero dudaba que ninguno de ellos tuviera su número. Y las chicas me iban a enterrar en preguntas. Así que, aunque me molestara, hice lo único que se me terminó ocurriendo.

Llamar a Akira.

El teléfono dio tres tonos, antes de que ella lo cogiera.

-¿Qué mierdas quieres Samuel? ¿Porqué no te pudres y me dejas tranquila, o te pasas por el ayuntamiento?

- Buenos días a ti también Akira – Intentaba sonar relajado, pero el tono de voz con el que la chica me provocaba, no estaba ayudando en nada. – No voy a hacerte perder mucho tiempo. Quiero el número de Nieves. Solo eso.

- ¿El... qué? No. ¿Porqué no se lo pides tú? – Sonaba enfadada. Mucho. Como si de repente una chispa de ira, todavía peor que la anterior, se hubiese encendido.

- Porque no voy a llamar a Rubén ahora. Ya sabes que no está bien. Y mucho menos para preguntarle por el número de Nieves, cuando lo quiero precisamente para ver cómo se encuentra él.

- ¿Pa...para eso? ¿Solo lo quieres para eso?

- Si, bueno, no es que yo tenga ningún tipo de relación con ella a parte de esa, así que... ¿para qué más lo iba a querer?

- No estás... ¿enamorado de ella?

- ¿Qué? ¿Pero qué estas diciendo? Akira, te agradecería que no me tomaras el pelo.

- Ven al ayuntamiento.

- Akira necesito el número.

- Te lo daré. Pero ven al ayuntamiento. Por favor.

- ¿Pero qué...?

- ¡Ahora!

Y colgó.

Me dejó con la palabra en la boca, y a medio terminar, pero había notado un cambio muy drástico en su actitud hacia mí, y aunque no entendía nada de nada, me arreglé un poco, y salí corriendo hacia el pueblo.


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Crucé por la gran puerta. Había llegado mucho antes de lo que esperaba, pero también mi respiración estaba entrecortada, y no llegaba a sudar por el ligero frío que hacía fuera. De lo contrario estaría empapado. La carrera que me había pegado no era ni medio normal, pero algo dentro de mí quería hablar con Akira cuento antes.

Tras la máscara - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora