BRISA MARINA

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La organización de la cena la llevaba Vegetta. Por supuesto. De haberla dejado en mis manos probablemente la mitad de mis amigos estarían ahora en Suiza, y el resto en Finlandia.

Un restaurante cerca de la playa había accedido a alquilarnos toda la zona exterior que tenía el local, y habíamos montado allí todo lo que teníamos pensado. Una gran mesa un poco alejada de la orilla, pero lo suficientemente cerca como para que la brisa marina nos acompañase durante toda la noche. El agua cristalina, con las luces que habíamos colgado reflejándose en las olas, y las estrellas brillando en el cielo, como si la madre naturaleza se hubiese puesto de acuerdo para hacer de aquella la mejor cena del mundo.

Por supuesto, para los demás aquella era una cena como cualquier otra, pero para nosotros se había convertido en el último obstáculo antes de hacer oficial nuestra relación. Pero no había ningún problema. Iba a ser perfecto.

Vegetta se encargó de que llegásemos una hora antes al local, de manera que mi racha de tardanza estaba en riesgo. Por suerte, terminé encerrándome a mí mismo en el baño minutos antes de que los demás comenzasen a llegar, y para cuando quité el pestillo y fui hacia la mesa, ya estaban todos sentados. Con una sonrisa me coloqué justo al lado de Vegetta, que rodó los ojos con una sonrisa, y me dio la mano por debajo del mantel.

- Joder, que currada – Soltó Fargan de repente – primera cena al lado de la playa, y os ha salido espectacular.

- ¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para organizarlo? – Preguntó Alexby entonces.

Yo me encogí de hombros.

- En realidad fue idea de Vegetta. Yo le seguí el rollo.

- Sí claro, y ahora te haces el modesto – Vegetta me dio un codazo – ha estado a partes iguales.

- Me suena a mentira – Musitó Willy con una sonrisa, y se escucharon unas risitas.

Bueno, no iba a ser yo quien le quitase la razón.

Deslicé la mirada hacia donde estaban Mangel y Lolito, y por algún motivo el corazón no me dio un vuelco, no se me aceleró el pulso, ni se derrumbó una avalancha de pensamientos sobre mi cerebro.

Eran simplemente Mangel y Lolito. Juntos. Como debía ser.

Entendí aquello como una buena señal, y sonreí mirando a Vegetta. Si había una razón por lo que aquel tema de Mangelito ya no me afectaba, era sin duda gracias a él. Y estaba deseando poder contarle a todo el mundo que ahora estábamos juntos. Y presumir de mi chico.

En algún momento entre el primer y segundo plato noté que Mangel me miraba demasiado. Tal vez porque estaba intentando estudiar mi reacción, porque todavía le tenía intrigado mi comportamiento de días anteriores, o porque se olía que aquella cena no estaba dentro de lo normal.

O tal vez fueran las tres. No lo sabía y tampoco le dediqué una excesiva atención. En un punto de la cena me encontré sonriéndole, y le vi levantar una ceja mientras me devolvía el gesto. Definitivamente se olía algo.

Aunque claro, como no hacerlo.

Vegetta estaba atacado de los nervios. Podía escuchar sus zapatillas repiqueteando contra la arena una y otra vez, y el pulso le temblaba un poco cada vez que cogía el tenedor. Yo debería estar igual, pero lo cierto es que no era así. Estaba tranquilo, jovial, contento. Sabía que no habría ningún problema, y eso era lo más importante.

Luzu me echaba alguna miradita cómplice desde su lado de la mesa. Tanto a mi como a Vegette, y es que era, con Nieves y Akira, el único que ya sabía que estábamos juntos. Aunque sospechaba que Mangel ya se lo había figurado, y por la manera en la que Willy contemplaba a Vegetta, y este otro esquivaba cada una de sus miraditas, supe que él también lo tenía claro.

Tras la máscara - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora