CINTA ADHESIVA

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Había pasado más de un mes desde que Rubius se quitó la máscara. Sabíamos que los chicos harían muchas preguntas (que aún no queríamos responder), por lo que decidimos mantenerlo en secreto un tiempo.

Akira lo descubrió pasados dos días. Y a Luzu le costó una semana. Pero el resto no se enteraba ni del clima. Aunque yo tenía mis sospechas de que Nieves lo sabía desde hace más tiempo incluso que nosotros mismos. Aunque solo era un vago presentimiento...

Esa tarde estaba solo. Rubius había cogido gripe y llevaba una semana sin salir de casa. Y aunque me hubiera gustado quedarme con él, Nieves habría sospechado demasiado. Y él insistía en que me fuera o me pegaría la gripe.

Ya se estaba recuperando. Se le veía mucho mejor que los primeros días, e incluso habíamos quedado la mañana siguiente para desayunar en una cafetería del pueblo. Pero esa tarde prefirió pasarla descansando. Y yo lo respeté.

Caminé por el pueblo sin un rumbo aparente. Simplemente quería que me diese un poco el aire. Pero entonces vi a dos tipos (unos comerciantes) apoyados contra una pared de ladrillos, en la esquina de una calle.

Llevaba ya un tiempo siguiéndolos de cerca. No me habían dado buena espina, y estaba seguro de que tramaban algo. De manera que no perdí la oportunidad de acercarme por el callejón que había tras ellos, y quedarme parado entre las sombras para escuchar.

- No podemos permitirles que nos sigan haciendo esto. Nos dan una fecha y luego traen la mercancía cuando les da la gana. Se le quitan a uno las ganas de hacer tratos con ellos.

- Ya sabes como son. Pero tienen buen material, y si queremos pasarlo al otro lado de la frontera, no hay nada más que podamos hacer. Son los únicos que trafican en este lado de la costa.

- Estoy deseando irme de este pueblucho. Empiezan a escasear las oportunidades, y ya nadie va a querer jugarse los productos enviándolos aquí.

- Ya le daremos una vuelta al tema con el siguiente contrato. Ahora no vale la pena. Terminemos esta noche el trabajillo del puerto, y mañana miramos que hacer. No te tortures la cabeza.

El aludido bufó.

- Si pasan cajas las próximas dos semanas, yo lo dejo. Buscaré otro sitio donde me valoren más.

Y con eso la conversación terminó.

Eran traficantes de explosivos. Pero a diferencia de aquellos con los que yo... colaboraba en alguna ocasión (que se lo tomaban más como un pasatiempo fuera de su vida privada), estos se dedicaban a hacer todo el mal que podían para llegar a sus intereses. No les importaba robar, saquear, desahuciar o matar a quien hiciese falta.

Y en Karmaland, nadie excepto yo podía traficar bajo mi supervisión. Bueno, y tal vez Rubius. Pero ninguno más.

Giré sobre mis talones, y volví por donde había venido. Tenía que ir a ver a alguien.


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- Er du sikker på at du er bedre? – Nieves asomaba en la esquina de mi cuarto.

- Bedre enn noen gang, egentlig. Pillene som Auron ga meg har vært gode for meg – Bostecé - så ikke bekymre deg.

Ella asintió, suspirando.

– Vil du at jeg skal hjelpe deg med å pakke noe?

- Ikke rolig. Jeg har allerede nesten alt. Jeg har bare rommet mitt igjen og det er det.

Tras la máscara - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora