Tras la máscara - Rubegetta

NO HAS HECHO NADA MALO

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Lo vi marcharse de nuevo, escaleras abajo, para decirles a las chicas que subieran. En ese momento solo me apetecía enterrar mi cabeza en una almohada y GRITAR.

Así que lo hice.

Y si alguien lo pregunta, sí, mi intención había sido besarlo. ¡SOY UN IDIOTA! Y ese maldito Rubén me estaba volviendo loco. Ya ni me entendía a mi mismo.

Volví a gritar. Con más fuerza.

Cuando volvió, esta vez con Akira y con Nieves siguiéndolo, yo sonreía, como si por dentro no me estuviera rompiendo. Y era doloroso ver como Akira le cogía del brazo, con los labios curvados hacia arriba, y le contaba cualquier cosa que se le pasara por la cabeza.

¿Realmente ella me lo iba a quitar?
Suspiré, mientras Rubén empezaba a montar el telescopio. Nieves se sentó a mi lado, e intentó hablar conmigo. Pero yo ni tenía la misma paciencia que Akira, ni me apetecía en esos momentos estar charlando con la que perfectamente podía ser la novia de Rubén.

¿O era solo mi imaginación, que empezaba a afectarme?

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Al rato, la luna empezó a cambiar. No fue como un eclipse, si no más bien como un degradado de color. El azul empezó a intensificarse, pasando de ser un tono casi imperceptible, a llenar la luna por completo. Era simplemente perfecto. Y precioso.

Me giré hacia mis amigos. Los tres miraban embobados al cielo.

- ¿Queréis echar un vistazo? - Dije, señalándoles el telescopio. Me acababa de dar cuenta de que lo estaba acaparando.

Vegetta, que era el que más cerca estaba, se agachó para observar el cielo. Pero cuando fue a tocar el regulador, se chocó con mi mano. Las apartamos de inmediato, y él lo cogió el engranaje unos segundos después.

Yo había sentido un escalofrío. Uno de esos que te agitan el corazón, y hacen que vaya más rápido. Le resté importancia, y me concentré en Nieves. Parecía estar pasándolo bien, así que sonreí. Tal vez mi plan funcionara sin problemas. Al menos, eso esperaba.

Después de Vegetta, fue Akira la que miró por el telescopio. Y después Nieves.

Fue en ese momento que me di cuenta de que quizás estaba cortándoles un poco el rollo a Vegetta y Akira. Después de todo, si había invitado a una posible pareja, también era para que tuvieran su momento privado.

Me puse en medio del trio, y les dije a ellos que yo me ocupaba del telescopio con Nieves, que fueran tranquilos al tenderete. Ninguno se movió, así que puse una mueca de duda. ¿Habían discutido esos dos?

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Rubius nos miraba extrañado, así que yo solo suspiró, y terminé yendo al tenderete. Akira me siguió, pero cuando nos sentamos bajo las luces, ninguno de los dos hablaba. Ni siquiera nos mirábamos. Y eso que en ningún momento habíamos tenido una razón de peso para enfadarnos. Supongo que solo eran suposiciones... que ambos presentíamos.

Miré hacia Rubén. Allí estaba, riendo con Nieves, y cogiéndola de la mano.

Akira bufó a mi lado, y supe que mirábamos en la misma dirección.

Esa noche estaba siendo muy incómoda.

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