CARAMELOS DE FRESA

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Desperté en la alfombra de mi salón. No sé como pude dormir en aquella postura, estando de rodillas al lado del sofá, con ambos brazos apoyados, y me cabeza reposando en ellos. Me había quedado dormido con los ojos fijos en él. Cerrados, sí, pero en su dirección.

Rubén seguía dormido, aunque la manta yacía ahora sobre la alfombra. Se las había apañado para estar más mono incluso que cuando lo deje la noche pasada. Su pelo medio teñido (le hacía falta repasarlo desde unos días) caía hacia los lados, sin orden ni sentido. Estaba estirado sobre el sofá con los brazos acurrucados bajo su sudadera, aunque se veía parte de la manga. Lo único que eché en falta fueron sus ojos verde esmeralda... y con eso en mente, me volví a dormir.

...

Olía bien. A chocolate.

Abrí los ojos rápidamente, intentando ver que ocurría. Pero la perspectiva había cambiado. Ahora era yo el que estaba acostado en el sofá beig de mi casa, y arropado hasta la cintura. Al fondo, en la cocina y de espaldas a mí, estaba Rubius. Me levanté y corrí a su lado. ¿Rubius cocinando? Empecé a temer seriamente por mi vida.

- ¡EH1 Tranquilo tío. He calentado chocolate en el microondas. Aunque tampoco te voy a quemar la casa por cocinar...

-¿Te recuerdo lo que pasó cuando hicimos tortitas en casa de Mangel?

- Eso es agua pasada

- Agua la que tenemos todos a mano cuando entras tú en una cocina

Rubius bufó.

-¿Quieres o no?

- Técnicamente es mío...

- Bueno, pero seguro que me lo das como agradecimiento por haber limpiado tu salón.

Miré a mi alrededor. Efectivamente, el salón estaba impoluto. No parecía que hubiera ni una sola mota de polvo.

- Uau... - No pude evitar murmurar. El solo sonrió - ¿Tan rápido lo has hecho?

- ¿Rápido? ¿Sabes qué hora es Vegetta?

Miré el reloj con espanto. ¡LAS DOS DE LA TARDE! ¿Cómo había podido dormir tanto?

- ¡Había quedado con Akira! - Grité. Él levantó una ceja, mientras bebía de MÍ taza favorita. No quise discutir.

- A buenas horas te acuerdas macho.

- ¿Porqué no me has despertado?

- Lo he intentado al terminar de recoger. Pero nunca te había visto dormir de esa manera. Un completo tronco.

Bufé.

- Aparta - Dije dándole un suave empujón para servirme chocolate, pero le di en el brazo, y él soltó un pequeño quejido. Lo miré extrañado- ¿Estás bien?

- Sí... sí, eso solo que... - Titubeaba- ayer me di un golpe con la mesa durante la fiesta. Eso es todo.

Lo miré a los ojos, pero el se rehusaba a hacer lo mismo. Al final simplemente aparté la mirada, me serví chocolate, y me lo bebí de un trago. Mala idea, esa cosa ardía. Me guardé las lágrimas, y me fui hacia mi habitación.

Intenté tirar del pomo la puerta, pues se abría hacia afuera, pero algo la bloqueaba. Hice más fuerza. Nada. Me empecé a desesperar, ya llegaba suficientemente tarde a la quedada como para encima tener problemas...

- ¡Rubius! - Lo llamé - ¡Se ha atrancado la puerta!¡Ven a ayudarme!

Pero solo recibí silencio a modo de respuesta.

Tras la máscara - RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora