Capitulo 28|

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Con el corazón acelerado atravesé las puertas del balcón, atravesé la sala y me pare frente a la puerta.

Joder, mis nervios.

Estaba por abrir cuando recordé que estaba despeinada,sin brasier, con ojos hinchados y que desperté hace poco.

Solté mi cabello,lo peine un poco con mis dedos, lo acomodé estratégicamente para que tapara mis senos, pensé en ir a cepillarme los dientes pero si lo hacía Aidan se despertaría, así que fui a la cocina, tome un par de mentas de las que Mikel siempre dejaba y las mastique rápidamente.

Mi ropa de dormir era de tela muy ligera, además, de tener un color muy claro pero era decente.

Abrí la puerta e hice una señal de silencio al hombre frente a mí.

Mikael tenía una camiseta celeste, un pantalón de dormir a cuadros de color rojo y negro, ojeras un poco marcadas y cabello muy despeinado.

Tome su mano y lo guíe hasta la terraza.

Cerré la puerta detrás de mí, evitando que el sonido de nuestras voces se filtrarán al interior del apartamento y despertará a los niños o Aidan.

Abrí la boca dispuesta a saludarlo o decir cualquier cosa, sin embargo, no me dejó.

Con una velocidad e intensidad que no me esperaba puso una mano en mi mejilla, otra en mi cintura y bajo su rostro para presionar sus labios contra los míos en un beso profundo.

Me besó con ansias como si quisiera saborear cada parte de mí, salí de mi pequeño aturdimiento y seguí su beso, era como si quisiera continuar lo que nos fue interrumpido en la oficina, jalé su camiseta para acercarlo más a mí, el me tomo de las mejillas para que no me alejara de su boca, mis piernas temblaron ante su intensidad y el calor recorrió mi cuerpo.

Su lengua se abrió paso en mi cavidad volviendo todo más excitante, lleve mi mano a su cabello aferrandome a él, mi espalda se arqueó cuando desplazó con suavidad su mano hasta mi espalda baja pero sin ir a más, mis pezones se endurecieron y estaba segura que el podía sentirlo contra su pecho .

Mordí su labio inferior, el chupo el mío, luego de ello me alejé un poco para tomar aire. Mikael pegó su frente con la mía y dejó un beso en la punta de mi nariz.

Ese acto tierno fue tan contrario al beso hormonal de hace un par de segundos que no pude evitar sonreír.

El también lo hizo, su sonrisa pícara más sus ojos casi negros por culpa de sus pupilas dilatadas eran algo caliente.

—Hola—reí.

—Me comiste la boca sin previo aviso y me dices hola.

—Los modales hacen al hombre.

—Entonces hola para ti también—esta vez fui yo quien lo beso, fue un beso suave y más corto que el anterior, aún así fue igual de satisfactorio.

Podía empezar a acostumbrarme a recibir besos como esos.

—me gustan estos saludos.

—A mi también—mikael se irguió en toda su altura y yo incline un poco mi cabeza hacia atrás para poder verlo.

—Mi espalda y tú estatura no van a llevarse bien.

—Eres muy alto.

—Tu eres muy pequeña.

—mi metro cincuenta y tres son una estatura decente.

—mi metro noventa y uno no piensa lo mismo—Dijo llevandose una mano a la espalda.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora