Capitulo 42|

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Su cuerpo presionando el mío, siendo acunado entre mis piernas, mi vestido estaba subido dejando ver unas pequeñas bragas de encaje azul.

Su mano que estaba en mi muslo subió hasta esa pequeña zona, Mikael me miró pidiéndome permiso.

Tocando con la yema de sus dedos el borde de mi ropa interior pero sin ir a mas—¿Puedo?

Inhalé, mi mirada centrada en esos ojos grises que me miraban expectantes a la respuesta—¿Sabes que no tenemos que llegar al final?,y si no te sientes lista podemos parar...

—Quiero hacerlo.

—¿Estás segura?—asentí—si en algún momento quieres parar solo dímelo.

Quería hacerlo porque era con él.

Volví a asentir.

Espere que bajará mis bragas pero no lo hizo, bajo su rostro a mí cuello y sus manos a mis piernas.

Poso un beso en mi cuello antes de alzarme sin previo aviso.

Solté un pequeño grito ante la sorpresa y el sonrió.

—¿ya estás gritando, cariño?, no hemos empezado.

le di un pequeño golpe en el pecho y el soltó una risa.

—¿Siempre sacas cosas doble sentido?

—Solo contigo.

Una puerta se cerró y ahí fue que note que estábamos en mi habitación, estaba tan concentrada en el que ni note o pense a que parte se dirigía.

Me sentó sobre la cama y se dio la vuelta, cerró con seguro y yo arqueé una ceja.

—Por si acaso.

Me incliné un poco hacia atrás y lo observé.

Empezó a retirarse la chaqueta del traje, no se dio prisa, lo hizo con tranquilidad, su mirada fija en mi y en mi cuerpo mientras lo hacía.

Mikael era duro donde lo tocaras, su cuerpo mostraba horas en el gimnasio, su abdomen estaba marcado y el hecho de que me levantará sin ningún esfuerzo decía mucho.

Una vez le dije que no me gustaba que me cargará porque no era precisamente alguien ligera debido a mis curvas voluptuosas, su respuesta fue algo como.

«tu peso es menos de lo que uso para calentar»

Dejó caer la chaqueta al suelo y empezó a desabrochar las mangas de su camisa, las doblo hasta dejar a la vista sus antebrazos, antebrazos fuertes y gruesos con venas que llegaban hasta sus manos.

Su camisa ajustada en sus brazos, pecho y espalda, no sería primera vez que vería a Mikael sin camisa o en poca ropa, pero sería la primera vez que lo tendría sobre mí y dentro de mí.

Un pequeño gemido escapó de mis labios ante ese pensamiento.

Eso pareció sacarlo a el de sus propios pensamientos impuros porque se quitó lo zapatos con rapidez y se acercó a mí, manteniendose de pie a la orilla de la cama, me tomo de la barbilla obligándome a mirar hacia arriba.

—Quitame la camisa.

Sin apartar la mirada empecé a sacarla de su pantalón, soltó mi barbilla y empezó a acariciar mi mejilla.

Su pulgar rozando mis labios entre abiertos, empecé a desabrochar de abajo hacia arriba, me acomodé hasta estar de rodillas sobre la cama para llegar a los que estaban sobre su pecho y poder bajarla por sus brazos.

Lo hice y fui dejando una suave caricia con mis uñas que erizó su piel, la deje caer al suelo y pose mis manos sobre sus hombros y el las suyas en mi cintura.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora