Capitulo 43|

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Violet.

Salimos de la ducha luego de un baño muy largo que termino en una gran marca en su hombro para evitar el ruido.

Sonreí recordando lo bien que se sintió, lo libre que me siento ahora, tenía menos de un año de conocer a Mikael, pero ha sido suficiente para enamorarme profundamente de él.

Me entiende, me conoce, me ve.

Siempre supo que habia algo y nunca presiono, tal vez eso hizo que me abriera a el completamente, porque había sido la única persona que me tuvo paciencia y nunca me exigió hablar de ello.

Sentí su presencia antes que sus manos en mi cintura—¿Que tal si te adelantas a vestirte y yo acomodo un poco la habitación?—Asentí y fui a buscar algo de ropa que ponerme.

Vestida y con el cabello decente me acerqué a Mikael.

Estaba con solo una toalla en la cintura mientras cambia las sábanas.

Lo rodee con mis brazos y bese su espalda—Ire a ver a los niños.

—Dentro de un momento voy.

Salí de la habitación con un suspiro que hasta yo lo sentí soñador.

Mi hermana estaba en la sala con una sonrisita sabelotodo, su chaqueta estaba un poco rociada con un par de gotas, habia una pequeña llovizna afuera.

—Veo que la cena estuvo muy... placentera—señalo la comida intacta sobre la mesa.

Me tape el rostro un poco apenada—callate—debia tener las mejillas sonrojadas de la vergüenza.

—Solo digo, aunque espero que hayan envuelto su aperitivo muy bien—¿Cuál será el karma que estaré pagando?

Cerré los ojos intentando no colorarme, pero un recuerdo llegó a mi mente y algo me decía que era la carta adecuada para que se callara.

Alana—la mire con una sonrisa maliciosa que borro la de ella.

—¿Si, hermanita?

—¿Quién es Nikolai?—el cambio fue tan brusco que me sorprendió

—Bien, me callo—y se fue a la cocina.

Me quede mirando el sitio en el que desapareció, entre sorprendida y confundida—Si, mejor—murmure por lo bajo.

Mikael salió justo en ese momento, junto fuimos a la cocina y la sonrisa que le dio Alana rivalizaba con la del gato Cheshire.

—Hola, cuñada—sus brazos envolvieron mi cuerpo acercándome a el.

Lo entendia, yo también quería tocarlo todo el tiempo, a toda hora, en cada minuto.

Era como una luna de miel, algo único, un sueño del que no quería despertar.

—Miralo todo sonriente despue....

—¿Y los niños?—la interrumpí.

—En su cuarto—hizo un mohín al ver que no la dejaría decir lo que quería.

Y no la dejaría, estaba completamente segura que era algo pervertido.

—Ire a verlos.

—Tal vez quieras taparte el chupetón que tienes en el lateral del cuello.

—¿¡Que?!—corri a uno de los espejos, y sí, en el lado derecho del cuello casi llegando a la parte trasera tenía un chupetón.

Mikael río—Se ve bonito.

—¿Bonito?, Esos niños me van a acribillar a preguntas—ya podía imaginar todo lo que preguntarían.

—A mi me gusta—lo mire con el ceño fruncido.

𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐞𝐥 𝐜𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora