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Bien. La chica lleva exactamente un par de horas con Amy, mientras tanto salí en busca de ropa sin marcas y más de colores simples, cómoda, algo que pasa desapercibido. Como el negro; el negro es un color elegante y poco llamativo a la vista, si bien podrías verte misterioso, el poder del color era que por más que causase intriga no se acercarian por  lo amenazante que puede hacerte ver.

-Esto estará bien- miré la bolsas- Nada lujoso, bastante barato y.. le quedará bien- encogí los hombros- ¿Algo más?-

Pensé por un par de segundos, probablemente encuentre una tienda de municiones cerca, tal vez algo americano pero funciona. No me gustaban usar armas extranjeras, si bien eran las más fáciles de hallar no significaba que su efectividad era la mejor, al menos para mi las producidas por el país eran mis predilectas, sencillas, de bolsillo y con bastante efectividad para disparar a la distancia, que en compañia de un gran silenciador podría sacarme de un par de apuros.

-Esta se ve bien- miré aquella tienda americana de los años 90- Podrían tener algo interesante-

Sin dudarlo entré por aquella puerta de madera brillante e instantáneamente una pequeña campanilla sonó, haciendo saber al propietario que alguien había entrado. El olor a pino inundaba el lugar, exhibidores y repisas que exhibían desde metralletas hasta escopetas simples para caza, nada que no conociera, y es por eso que el conocimiento me hacia aún más poderos9 que la mayoría, saber las funciones de cada arma me daban la oportunidad de ser más selectiva.

Unas cuantas de calibre 55 no estarían mal, despues de todo recuerdo que mi padre tenía unas cuantas en su arsenal. Las cuales no prestaba a nadie por más que le prometieron romperse una pierna frente él.

-Buenas tardes Joven- mencionó una voz masculina y de tintes maduros- ¿Puedo ayudarte en algo?-

-No gracias-

Por alguna razón aquella voz se me hacia conocida, pero había pasado bastante tiempo desde que estuve relacionado en el negocio como para recordar voces de personas que pudieron estar involucradas con mi padre. Sin embargo no había pasado más de 2 años desde que visité una tienda de armas, ya que la vieja Dark necesitaba algo de mantenimiento.

Estar en una tienda como estas me hacía sentir en el supermercado, podrías tomar las que quisieras, examinarlas y si son de tu agrado podrías llevártela a casa.

-Tenemos un par de recién llegadas-  mencionó aquella voz a lo lejos- Podrían interesarle alguna de ellas-

-Estoy bien- giré a verlo- Gracias-

Al mirar con atención el mostrador logre mirar a un hombre de edad avanzada, probablemente de unos 60 o 70 años, cabello blanco y con un chaleco que me hacia recordar a los banqueros del viejo oeste, algo realmente peculiar, ya que en toda mi vida solo había conocido a alguien cuya vestimenta era tan anticuada como esa.

El sonido de la chirriante campanilla nos hizo saber que alguien más había entrado al lugar, esta vez un par de estrepitosas voces no tardaron en llenar el lugar. Mientras que miraba un par de de municiones logré mirar de reojo a un par de hombres extranjeros.

-¡Hey Yang!- gritó uno de ellos- Venimos a recoger nuestros nuevos juguetes. ¿Han llegado?-

Miré como el hombre de vestimenta anticuada asintió y se alejó del mostrador para entrar por la puerta roja que se encontraba detrás del mostrador.

-Clark- llamó uno de ellos- ¿Necesitaremos silenciadores?- cuestionó- El estúpido de su perro siempre hace ruido cada que nos acercamos y necesitamos terminar con él antes de llegar a Choi- comentó-

-Las nuevas tienen así que olvídate de esa basura-

¿Choi? No conocía en lo absoluto a alguien con aquel apellido pero el asunto comenzaba a tornarse interesante, así que me acerqué un par de exhibidores solo para mirar más de cerca a aquellos hombres, a la par de que miraba como Yang se acercaba con un maletín negro que enseguida colocó sobre el exhibidor y abrí para aquellos ingleses.

Bad MessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora