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Es pasada la medianoche y estamos prácticamente presenciando la primeras horas en penumbras del día.

En un golpe de suerte habíamos salido ilesos de aquel lugar, ambos con algo de sangre en nuestra ropa pero al menos no era nuestra, un buen miembro de los negocios nunca termina manchado de su propia sangre, siempre debe de ser de otro eso asegura dos cosas:la primera es que no dejas evidencia de tu ADN en el lugar y la segunda es que has hecho muy bien tu trabajo.

Había agotado la gasolina de aquella motocicleta color negro que  Christine había tomado de alguna parte, por suerte nos alejamos del lugar y terminamos cerca de un puerto o algo parecido en donde lo único que podíamos presenciar era la oscuridad del mar, el muelle en el cual nos encontramos sentados y cuya luminaria nos permitía ver mutuamente, la motocicleta terminó uniéndose en la profundidad del manto de agua que se encontraba frente a nosotros, eso era lo mejor; las estrellas adornaban la oscuridad de la noche, y aquel gran astro que es fanático de los románticos se había fundido con el cielo para formar una sola noche. Ya que no se encontraba resplandeciendo como la mayoría del tiempo.

Angel se mantenía con la vista fija en sus manos las cuales se habían tornado de un color carmesí debido a la cantidad de golpes que había brindado a esos hombres, miré como metió su mano debajo de su vestido para sacar una liga que seguramente era parte de su lencería, ya que con ella se ato el cabello en una coleta alta.

Me ma tuve observando su delineado perfil que deseaba delinear con uno de mis dedos, deseaba tocar sus mejillas, y besarla una vez. Porque cada pequeño acto que hacía por ella, me hacía quererla más cerca.

En cuanto ella se percató demi mirada, sonrió.

Esa maldita sonrisa que me hace sentir como en el mismísimo cielo, aún estando viviendo un infierno.

-¿Qué?- cuestionó- Acaso quieres seguir con el juego- señaló su vestido- Fue divertido-

-La verdad es que eres mejor de lo que pense- asentí- Puede que no necesites un nuevo guardia, solo más clases con DK-

-¿Acaso eso fue un cumplido?- Encogí los hombros- ¡Por dios! ¡Me has dado un cumplido!- Chilló con emoción- Vaya, se siente tan bien- sonrió-

Reí mientras pensaba en lo cautivadora que se vería estando en su ambiente natural que seguramente se resume a reuniones con personas importantes, en algún café de Nueva York o con sujetos de trajes y carteras con tarjetas negras dispuestas a derrochar cada centavo solo para tenerla, pero ningún idiota la tendrá como la tengo justo ahora.

Con el cabello alborotado, mejillas carmesí, perfectos labios rojos, ojos con un destello  peculiar, zapatillas y un perfectamente entallado vestido negro que, Dios me libre de todos los pecados que me hace querer cumplir.

-¿A esto te referias con ver a alguien?- señaló las manchas de sangre en su vestido- Tus encuentros no son para nada normales-

-No debía de salir así- miré al frente-Por esto no quería traerte conmigo-

De nuevo guardamos silencio para perdernos en el panorama frente a nosotros.

Para ser sincero no deseaba pelear el día de hoy, solo descansar un poco después de haber vivido todo lo que sucedió en el bar, por primera vez en mucho tiempo pensé en la posibilidad de haber dejado de respirar puesto que había renunciado a esto, a las armas, la sangre, los enfrentamientos y toda la porquería de negocios. Es por ello que mis habilidades se habían oxidado, además y aunque me cueste admitirlo debo de confesar que Angel fue de gran ayuda, desde la interpretación de aquella canción en el escenarios hasta el manejo de arma y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

Bad MessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora