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El lugar al que me había traído mi padre tenía paredes altas, sujetos sudorosos y sin camiseta mientras golpeaban un par de costales de considerable peso, otros mantenían su atención en las grandes barras de peso que debía de levantar desde el suelo, y aunque todos parecían bastante ocupados, solo había una persona que no lo estaba y esa era la señora de recepción. 

Una mujer de unos 40 años, de cabello rubio cuyo aspecto parecía grasoso y con varias capas de laca, uñas postizas del supermercado, chamarra de un azul brillante y el punto culminante su maquillaje, uno tan anticuado como exuberante que me hacían apostar a que era sus primeras veces maquillandose, pero no. Al parecer aquel maquillaje con labios excesivamente rojos, sombras en los ojos de un color azul turquesa eran característicos de la mujer que saludaban todos los hombres que se acercaban por las llaves de sus casilleros. 

El punto culminante de su peculiar personalidad era el sonido chirriante y anticuado que hacía al mascar uno de esos chicle tipo americano, sin olvidar el cigarrillo en su mano derecha que meneaba ligeramente cada que cambiaba la página de la revista que reposaba en el mostrador. 

Probablemente le presté demasiada atención a la señora de peculiar aspecto puesto que no noté cuando mi padre se encontraba conversando con un sujeto de aspecto afroamericano cuyo coreano era lo suficientemente bueno como para entablar una conversación con mi padre. 

-Yoongi- me habló mi padre- Camina-

Me empujó levemente hacia el frente para que siguiera los pasos de aquel sujeto quien abrío una puerta de un muy discreto color gris, que nos condujo por un oscuro pasillo color gris. 

-Padre- llame- ¿Aquí tomaré mi clase de música?-

-Ya no más música- mencionó serio- Esta es tu nueva clase-

La verdad es que sus palabras me tomaban por sorpresa,  las clases que generalmente tomaba eran en  lugares abiertos con mayor iluminación y dónde estaban ls pequeñas conversaciones con mis compañeros de clase, mi padre le había dejado en claro a la señorita Lee que ya no asistiría a clases de arte y música contemporánea después de lo que sucedió con mi madre, además recientemente nos habíamos mudado de la ciudad a Daegu, en donde mi padre consiguió un departamento en un edificio exclusivo, bastante exuberante y elegante, uno que no me gustaba para nada. 

-Bueno Jack- habló el sujeto afroamericano- Aquí sera-

Nos detuvimos al mirar como la rempetina luz que comenzó a iluminar la habitación hasta el momento imperceptible, pero en cuanto la luz cubrió cada rincón, se pudo notar que aquella habitación era un muy apartado cuarto del gimnasio en donde existían tapetes de entrenamiento, sacos de boxeo y equipo estratégico como armas, cuchillos y arcos.  Los últimos eran los menos irrelevantes pero..  ¿Qué era exactamente este lugar?

-Bien, entonces lo dejaré y regresaran por el más tarde- miré a mi padre guardar sus manos en los bolsillos- En cuanto al costo…-

-Ni lo digas- intervino el sujeto de cabello castaño- Tengo una deuda contigo, no te valdrá ni un centavo-

Miré como me padre asintió con los ojos cerrados, finalmente lo vio una vez más y me dio la espalda antes de irse, no menciono palabra alguna, ni siquiera un adiós, simplemente me dejó con un completo desconocido que para él era alguien de confianza. 

Escuché la pesada puerta de metal cerrarse y después un silencio que me hizo saber que estaba sola. Miré al frente, aquel sujeto se encontraba unos cuantos metros lejos de mi, se tocó la barbilla para después chasquear su lengua. 

-Nada de pangalones cortos o camisetas- miré mis zapatos y acto seguido mi ropa- Apartir de hoy nada de eso-

-Pero me gusta y..-

Bad MessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora