ALL THE PRINCE'S MEN

Capítulo 7

Severus había estado sentado en el salón mientras Black hablaba con su marido y había entrado un poco en estado de shock. No había sido su intención escuchar la conversación de Harry, pero le había preocupado un poco la reacción de Black al encontrarlos juntos en la cama y no le avergonzaba admitir que sentía cierta curiosidad por lo que pudiera decir el chucho. Había sido cuanto menos sorprendente que el chico lo defendiera ante su padrino; nadie lo había defendido así antes, ni siquiera el director, y que lo hiciera Harry, a quien se había pasado los últimos cuatro años atormentando, era asombroso.

Después de que Black se marchara, Severus no estaba seguro de si debía decir algo; para ser sincero, se sentía un poco incómodo y parecía que Harry podía sentirse igual, aunque por un motivo diferente. Sin embargo, se sentía bien que alguien pensara lo suficiente en él como para defenderlo de esa manera y se prometió hacer un esfuerzo por abandonar sus propios prejuicios. Sabía que no siempre había sido demasiado justo con Harry, el recuerdo de su atormentador de la infancia era fuerte, pero se esforzaría más en su relación a partir de ese momento. Estaba claro que su marido no se parecía en nada a su padre y sería una injusticia seguir actuando como si lo fuera.

Harry se le había unido unos minutos después de que Black se marchara y Severus se preguntaba qué decir. Por suerte, la llegada del desayuno y, con él, un ejemplar del Diario el Profeta, los salvó de la charla. Severus no estaba seguro de cómo, pero de algún modo se las habían arreglado para sacar una foto de los dos cuando salían del Gran Comedor, pero allí estaba, salpicada en la primera página. Se dio cuenta de que, para un observador casual, podían parecer una pareja de enamorados, por la forma en que Harry se arrimaba a su lado y le sonreía. Severus casi tuvo que recordarse a sí mismo que sólo había sido como agradecimiento por su apoyo, ya que Harry casi estaba demasiado cansado para mantenerse en pie en ese momento. Aun así, probablemente era la foto más bonita que Severus tenía de sí mismo, y no es que hubiera muchas, y se preguntó si no sería extraño que guardara una copia.

Su tranquila contemplación se vio súbitamente interrumpida por la llegada de una multitud de lechuzas portadoras de cartas y regalos, así como de varios aulladores. Fue más que desconcertante cuando empezaron a sonar, aunque no podía decir que le sorprendiera oír a la gente gritarle y denunciarle como un monstruo por atreverse a difamar al preciado salvador del pueblo. Uno de ellos incluso llegó a decir que no podía imaginar un rival peor para él.

Harry se rió de repente. -Seguramente Volde... quiero decir, el señor oscuro sería un rival mucho peor, pero yo qué sé-.

Severus sólo pudo sonreír ante una reacción tan madura viniendo de alguien tan joven.

Cuando sonó la siguiente carta roja, esta vez arremetiendo contra Harry y hablando de cómo se había vuelto oscuro, Severus sintió que era apropiado que él le devolviera el favor y defendiera a su nuevo marido.

-El día en que te vuelves oscuro es el día en que la Tierra deja de girar y si los idiotas de ahí fuera no pueden darse cuenta de eso, entonces tal vez deberían tomar el manto de salvador en tu lugar-.

Severus estaba casi cegado por la fuerza de la sonrisa que Harry le dirigió, pero marcó la pauta para el resto de la mañana, en la que se turnaron para criticar las ridículas afirmaciones de extraños que parecían sentirse con algún tipo de derecho a comentar sus vidas.

Hubo algunas bonitas cartas de felicitación, así como algunos regalos, aunque Severus se sorprendió al notar que Harry casi parecía más incómodo recibiendo los elogios que las censuras. Observando ahora al muchacho, tuvo que preguntarse cómo había podido pensar que el chico buscaba toda la atención que recibía.

El envío de los Malfoys que Severus trató al instante como sospechoso, ya que conocía a Lucius desde hacía más tiempo del que le importaba admitir, y Severus se cuidó de no tocarlo por miedo a lo que pudiera contener.