ALL THE PRINCE'S MEN

Capitulo 17

Harry siguió ayudando a Severus con sus notas. Al principio, a Severus le preocupaba que eso repercutiera negativamente en los propios deberes de Harry, pero éste le aseguró que estaba al día y le dijo que repasar temas antiguos le venía bien para repasar. También bromeó diciendo que, sin todos los castigos que solía recibir por pelearse con los Slytherin y sin que nadie atentara contra su vida, tenía una sorprendente cantidad de tiempo libre, así que era una buena forma de mantenerlo alejado de las travesuras. Severus definitivamente estuvo de acuerdo con eso e incluso preparó un escritorio para Harry en su estudio privado, alegando que era para asegurarse de que Harry estaba, de hecho, manteniéndose al día con su trabajo. A Harry no le importaba y de hecho empezó a disfrutar de la tranquila presencia del hombre, incluso a veces prefería estudiar allí que en la torre de Gryffindor.

También seguía compartiendo la cama con Severus y, aunque aparentemente cada uno se quedaba en su lado de la cama, a Harry la presencia del hombre le resultaba muy reconfortante y se sentía feliz sabiendo que no estaría solo si se despertaba en mitad de la noche. Esto resultó ser muy bueno cuando llegó octubre y Harry volvió a tener su pesadilla. Se despertó en los brazos de Severus, acurrucado en el pecho del hombre mientras éste le susurraba al oído.

-Está bien Harry, es sólo un sueño, no es real, ya puedes despertar-.

-Estoy despierto, Severus-, carraspeó Harry, -siento haberte despertado, creía que ya había superado todo eso-.

-No hay problema, Harry, por eso estoy aquí. ¿Quieres hablar de tu sueño?-.

-Lo haría si pudiera recordar algo. Sé que sentí lo mismo que antes, pero diferente, más tangible de alguna manera e igual de ominoso-.

-Está bien, Harry, no lo fuerces. Que sepas que estoy aquí si me necesitas. Ahora, ¿crees que puedes volver directamente a dormir o quieres quedarte despierto y leer un poco?-.

Harry se revolvió un poco, aún en brazos de Severus. -Creo que puedo volver a dormirme directamente-, dijo con un bostezo, -buenas noches, Severus, y gracias de nuevo-.

Severus se limitó a gruñir mientras el chico volvía a acomodarse, negándose aparentemente a moverse de su posición entre los brazos de Severus. Se sorprendió de lo cómodo que Harry parecía estar acurrucado junto a él, aunque racionalizó que se debía a que el chico había estado tan hambriento de afecto durante tanto tiempo que se aferraba a cualquiera que recibiera. En teoría, no tenía ningún problema en acurrucar a Harry para que se durmiera, era más bien lo que podría ocurrir cuando se despertara. Durante semanas, Severus había disfrutado soñando con pasar tiempo con un amante de ensueño en una isla tropical privada, chapoteando desnudos en el mar y pasando las tardes acurrucados en una hamaca, de forma muy parecida a lo que estaba haciendo ahora con Harry. Por supuesto, también había momentos más íntimos, aunque a menudo eran un poco confusos, pero Severus no recordaba haber tenido antes un amante tan afectuoso. Era algo que había anhelado desde que tenía memoria, ese tipo de cercanía con alguien, aunque estaba seguro de que ahora seguiría siendo un sueño.

Desgraciadamente, estos sueños solían tener consecuencias después de todo, estaba con un hombre guapísimo, a menudo desnudo, y le preocupaba un poco que Harry se asustara si se despertaba y veía a su profesor empalmado. Por suerte, eso aún no había sucedido, sobre todo porque Severus era madrugador, pero si Harry seguía despertándose con pesadillas, era una clara posibilidad.

Aunque también era un problema para otro día, pensó Severus con un bostezo. Sabia que probablemente deberia tratar de ocluir su mente antes de volver a dormir, pero se resistia a renunciar a este pedacito de placer que habia encontrado para si mismo.

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Estaba de vuelta en la isla tropical y Severus se alegró al ver que el adonis de bronce volvía a estar tumbado a su lado en la cálida arena. Sus rasgos eran un poco borrosos, pero Severus reconoció el cabello de marta barrido por el viento y el físico tonificado. Como no quería despertarse antes de llegar a ninguna parte, como solía ocurrir en los últimos encuentros, se inclinó hacia él y empezó a besar a su compañero. Se alegró de que el hombre respondiera, aunque con más entusiasmo que habilidad.