Harry echó un vistazo al gran salón de Storm Hold, la capital de las Tierras del Interior, y se sintió más que un poco abrumado. Era incluso más ruidoso que Hogwarts en Halloween, y eso que estaba lleno de un puñado de niños con el azúcar por las nubes, no de adultos hechos y derechos a primera hora de la mañana. Había que admitir que era mejor que quedarse en su habitación y soportar toda aquella tensión. La prima de Severus los había llevado a la parte trasera del castillo la noche anterior y les había abierto una habitación relativamente pequeña con sus más profundas disculpas, no sólo por la falta de espacio sino también porque no había tenido la oportunidad de transfigurar ningún mueble para ellos, especialmente porque no sabía cuántos serían en su fiesta.
Por suerte, Severus y Remus habían estado dispuestos a crear lo que necesitaban pero, una vez más, sólo había espacio para dos camas, lo que significaba que Harry dormiría de nuevo con Severus, aunque a Harry no le importaba, pero Sirius se había puesto muy pesado, amenazando incluso con dormir al pie de la cama. Afortunadamente, Remus había intervenido antes de que la cosa llegara a las manos, pero aun así las cosas habían sido un poco incómodas. Harry había esperado poder abrazar a Severus de nuevo, ya que ansiaba esa cercanía después de los horrores de su viaje, pero era evidente que el hombre estaba preocupado por la reacción de su padrino, así que Harry había tenido que conformarse con cogerse de la mano bajo las mantas. Era mejor que nada, pero Harry seguía un poco resentido con Sirius.
Las cosas no habían mejorado cuando se despertaron. Harry había tenido un sueño maravilloso en el que estaba de vuelta en la isla tropical y había pasado horas besándose con Severus. Como era de esperar, se había despertado con un pequeño problema y había conseguido escabullirse al baño para solucionarlo antes de que nadie se diera cuenta. No había tardado demasiado en acabar consigo mismo y por fin podía admitirse a sí mismo que definitivamente se sentía atraído por los chicos, aunque en particular por un profesor de pociones de pelo oscuro y mordaz. No es que pensara que Severus alguna vez lo miraría de esa manera, pero al menos Harry podría intentar encontrar una pareja una vez que su matrimonio se disolviera. Aquel pensamiento no le había llenado precisamente de alegría y por eso no le había hecho ninguna gracia volver a su habitación y encontrarse a Sirius y Severus otra vez a la greña.
Por lo general, Harry confiaba en Remus como mediador en esas situaciones, pero por alguna razón las cosas parecían incómodas entre los dos amigos esta mañana: eran incapaces de mirarse a los ojos y se evitaban mutuamente. Como no quería que las cosas empeoraran, sobre todo antes de enfrentarse a la amenaza que acechaba a aquella gente, Harry había cogido a su padrino y lo había arrastrado a desayunar. Harry creyó ver un breve destello de dolor en el rostro de Severus, pero supuso que sólo era su imaginación. De todos modos, intentaría hablar con Severus más tarde y ver si podía convencer a su marido de que hablara con Remus y averiguara cuál era el problema. Dudaba que consiguiera algo de Sirius, si la forma en que estaba actuando en ese momento le servía de algo. Harry no sabía si era la nueva libertad o una reacción a lo que fuera que le pasaba a Remus, pero el hombre se estaba lanzando al ambiente, flirteando con cualquier sirvienta que se le acercara a menos de un metro y contando sus aventuras por el camino a cualquiera que quisiera escucharle. Por lo visto, a todos los guerreros les parecía divertidísimo que Harry hubiera conseguido caerse por un barranco y despertar a un Grendi, lo que hizo que Harry se sintiera un poco como el hazmerreír. Sin embargo, no estaba de humor para volver a su habitación y lidiar con toda la tensión, así que decidió sonreír y soportarlo.
Severus no estaba de muy buen humor cuando su prima lo convocó a la sala del consejo para una audiencia con los líderes del Interior. Black se había portado como un jabato la noche anterior, dificultando las cosas entre él y Harry. Lo único que quería era abrazar a Harry y asegurarse de que el chico estaba bien después de tantos encuentros cercanos el día anterior. Por desgracia, no le agradaba la idea de despertarse con el perro gruñéndole de nuevo en la garganta, así que tuvo que contentarse con sostener la mano de Harry. No había sido un buen sustituto y le había dejado un poco vacío. Volvio a soñar con la isla tropical, pero no pudo hacer acopio de su entusiasmo habitual por el encuentro, sintiendose un poco como si estuviera haciendo trampas, a pesar del creciente parecido del joven con su marido, y se conformo con besuquear al hombre hasta casi matarlo. No es que eso no fuera maravilloso en sí mismo.
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ALL THE PRINCE'S MEN
Fiksi PenggemarCuando Harry es encontrado encerrado en el armario debajo de las escaleras del número 4 de Privet Drive, Cornelius Fudge intenta sacar provecho de ello, obligando a Dumbledore a tomar medidas drásticas para garantizar la seguridad de los jóvenes, me...