Capítulo 4

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Snape dormía plácidamente en el sofá cuando de repente lo despertó un grito que le helaba la sangre. Comprobando la hora, maldijo para sus adentros, dándose cuenta de que la poción para dormir sin sueños debía de haber desaparecido y el chico se hallaba ahora sumido en una pesadilla. Corrió hacia el dormitorio, teniendo una nueva perspectiva de por qué los Dursley habían actuado como lo habían hecho. No es que aprobara el trato que le habían dado al chico, pero en otros tiempos la gente habría creído que estaba poseído por los ruidos que hacía y, hay que reconocerlo, los exorcismos podían llegar a ser sangrientos.

Acercándose rápidamente al chico, Snape lo llamó y trató de despertarlo, alegrándose de que el chico no estuviera teniendo un ataque también. Finalmente los ojos de Harry se abrieron y una mirada de puro terror pasó por ellos antes de quedarse en confusión.

-¿Profesor?-.

Snape dio un suspiro de alivio. -Tuvo una pesadilla, tome un trago, probablemente necesite aliviar su garganta-.

El chico se bebió rápidamente todo el vaso con su agradecimiento y Snape se permitió una pequeña chispa de alegría ante los signos de recuperación.

-Siento si le he despertado señor, comprendo que puede ser bastante malo-.

-De todas formas ya es de día así que no se preocupe. No hace falta decir que asumo que no recuerdas nada de lo que soñaste-.

El chico negó con la cabeza, -no señor, sólo tengo la sensación de que fue algo malo-.

-Está bien entonces, pero si alguna vez recuerdas algo y quieres hablar de ello, aquí estoy-. El chico lo agració con una sonrisa y Snape sintió que su corazón se aligeraba un poco. -Ahora, parece que te has puesto un poco mal así que vamos a desayunar rápido y luego puedes darte un baño-.

Harry se comió todo el tazón de gachas y se sintió un poco rejuvenecido después y estaba deseando darse un baño. No estaba seguro de cuánto tiempo hacía que no se limpiaba bien, pero empezaba a sentirse mugriento de nuevo y eso sólo le recordaba que había vuelto a su armario, lo cual no era nada bueno.

Después de comer, pasó las piernas por encima de la cama y fue a levantarse, pero Snape se lanzó al otro lado de la habitación para impedírselo.

-¿Qué crees que estás haciendo, estúpido? Hace semanas que no usas las piernas, no es seguro que intentes pararte solo-.

Harry aceptó a regañadientes que lo ayudara a caminar hasta el baño. Era un poco embarazoso estar apoyado tan pesadamente en su profesor pero tenía que admitir que se sentía bien salir de la cama y estirar un poco las piernas aunque lo estuvieran cargando a medias. Snape le ayudó a sentarse en un banco para quitarse la ropa mientras el hombre iba a llenar la bañera.

El cuarto de baño era sumamente opulento, con una hermosa bañera hundida que a Harry le recordó a la del cuarto de baño de los prefectos y se moría de ganas de sumergirse en ella. También había una gran ducha con múltiples alcachofas que Harry pensó que le sentaría de maravilla cuando por fin fuera capaz de mantenerse en pie por sí solo durante algún tiempo. Desgraciadamente, por ahora le costaba quitarse el pantalón del pijama.

-¿Profesor?-.

Snape levantó la vista de donde estaba llenando la bañera. -¿Qué sucede?-.

-Parece que no puedo levantarme para quitarme el pantalón del pijama-.

El hombre suspiró. -No te preocupes, aún no esperaba que te metieras solo en la bañera, no confío en que no te ahogues-.

Harry palideció. -¡Te vas a meter conmigo!-.

ALL THE PRINCE'S MENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora