Capítulo 19

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Harry se relajó un poco tras su charla con Severus acerca de sus pesadillas y, aunque seguía preocupado por volver a tenerlas, no se inquietó demasiado por un futuro sombrío. Al parecer, el director se había hecho eco de los pensamientos de Severus en el sentido de que, en todo caso, los sueños tenían que ver con el ascenso de Voldemort, para el que ya estaban haciendo planes. Era un alivio no tener que preocuparse por una amenaza inminente, así que en lugar de precipitarse en algún plan descabellado como solía hacer en esta época del año, Harry se dedicó a su trabajo y a su nuevo régimen de ejercicios que había conseguido, gracias a un poco de investigación. Tanto Madame Pomfrey como Severus se habían interesado por los textos muggles que Hermione había conseguido y estaban impresionados con algunos de los descubrimientos que la ciencia y la tecnología muggles habían producido y Harry a menudo se encontraba con que algunos de los libros habían migrado mágicamente de su escritorio al de Severus cuando iba a hacer algún trabajo.

El texto de biología también tenía una práctica sección sobre la pubertad que le había ayudado cuando tuvo que tener "la charla" con la medibruja. Fue ridículamente embarazoso, pero mucho menos que tener que hacerlo con Severus, sobre todo cuando ella empezó a hablar de sexo. Por suerte, se limitó a hablar de lo que ocurre entre un hombre y una mujer y Harry se sintió justificado por ignorarla un poco, dada su situación actual y el hecho de que cada vez tenía más claro que en realidad prefería a los chicos que a las chicas. Contempló la posibilidad de decírselo a Madame Pomfrey, pero no estaba dispuesto a admitirlo en voz alta, sobre todo si eso le llevaba a un sermón más embarazoso que aquel.

Habló con la medibruja sobre su plan de entrenamiento y, con la ayuda también de Hermione, Harry ideó un régimen de alimentación sana y buena forma física que compartió con el resto del equipo de quidditch. A las chicas les encantó la idea y aprovecharon la oportunidad de mejorar su forma física. Ron, que había conseguido entrar en el equipo como nuevo portero, intentó unirse, pero nunca conseguía levantarse para correr alrededor del lago por las mañanas y, desde luego, no era capaz de seguir el plan de alimentación. Sin embargo, con el paso de las semanas, Harry vio la diferencia en el rendimiento del equipo no sólo habían aumentado los niveles de resistencia, sino que el yoga vespertino también parecía mejorar la postura y la concentración de la gente. Al parecer, incluso los profesores notaban una mejora en su trabajo. El equipo bromeaba sobre si Severus pellizcaría o no sus tácticas, pero incluso él admitía que el equipo de Slytherin no utilizaría nada que tuviera que ver con los muggles a menos que vieran resultados sobresalientes y, dado que su primer partido era contra Slytherin, Harry tenía grandes esperanzas de poder traer a casa la copa ese año.

El día del partido amaneció fresco y despejado los jugadores no podían haber pedido mejor tiempo. El entrenamiento extra había ido bien y el equipo de Gryffindor había visto mejorar su rendimiento a pasos agigantados. Incluso habían empezado a aumentar la duración de su carrera matutina y estaban deseando poder mantener un ritmo rápido de juego. La maniobrabilidad también había mejorado y muchos jugadores comentaban que no se habían dado cuenta de que trabajar los músculos del estómago podía ayudarles sobre la escoba. Hay que admitir que Harry había prestado un poco más de atención a estos músculos y se alegró al notar que ya empezaba a ver cómo se le formaba un six pack. Los gemelos le habían preguntado en broma si estaba intentando impresionar a su marido cuando vieron los resultados en las duchas después del entrenamiento, un comentario que había provocado arcadas en Ron. Harry no dijo nada; después de todo, estaban destinados a mantener una relación amorosa y no estaría bien que la gente equivocada supiera que su matrimonio era básicamente una farsa. De todos modos, no importaba, ya que sabía que Severus disolvería su vínculo en cuanto fuera seguro y ambos podrían seguir con el resto de sus vidas. Aquel pensamiento lo dejó sintiéndose extrañamente vacío, aunque se negó a pensar por qué podía ser.

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