Capítulo 11

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Capítulo 11

Tiffany estaba en la habitación asustada, sabía que el rey estaba molesto y no quería quedarse a averiguar que le haría. En su cabeza se posó la loca idea de escapar, si tenía suerte podía encontrar a su hermana y huir lejos.

Se asomó por la puerta asegurándose que nadie estuviera cerca, cuando no vio a nadie se armó de valor y salió, intentó no parecer preocupada para que nadie sospechara si la veían, pero esta al parecer olvidó que en ese lugar podían leer los pensamientos si sentía miedo.

—¿Alguien está escapando del rey? —Un hombre había aparecido delante de ella con un semblante sombrío. —Había escuchado los rumores de que el rey tenía una mujer, hasta ahora no había tenido el placer de verla.

—Yo no soy la mujer del rey

—¿No? Entonces eres una intrusa en este lugar, mi deber es llevar a los intrusos a los calabozos.

—¿Calabozos?

—Si, ahí pasarás un buen tiempo —la tomó de uno de sus brazos y casi a rastras se la llevó.

—¡Suéltame! —Gritó. —¡Yo no debo estar en ese lugar!

—¡Ahí terminan todos los esclavos en general, yo personalmente te daré la bienvenida!

Llegaron a los calabozos donde anteriormente había estado Jennie. Aquel hombre tiró a Tiffany al suelo, esta última estaba aterrada, no sabía que le haría.

—Por favor, déjame ir —Le suplicó. —Pasaré desapercibida, nadie se enterará.

El hombre no dijo nada, tomó un látigo y se puso detrás de ella para darle un fuerte latigazo. Tiffany gritó por el horrible dolor, quiso salir corriendo, pero sus piernas no respondían.

Donghae había regresado a la habitación a las horas después, necesitaba pensar por lo que simplemente se alejó del palacio, necesitaba tiempo a solas, pues no sabía qué demonios estaba sucediendo con él, no dejaba de pensar en Tiffany, además ni siquiera tenía claro que era ella, mejor dicho, de donde venía. Tenía que parar esa situación lo antes posible, esa mujer al parecer tenía la facultad de acabarlo si se lo proponía.

—Tiffany, ven aquí —La llamó, pero ella no daba señales de vida.

Miró por toda la habitación, quizás estaba oculta en algún lugar, pero ella no aparecía, lo que lo llevó a la conclusión de que ella había escapado. Intentó mantener la calma, esa mujer no se iría tan fácilmente de su lado y menos si estaba en su propio reino.

Dio aviso a los guardias del reino y estos no tardaron en correr la voz hacia los demás, pero absolutamente nadie sabía de ella.

—¡No es posible que ninguno de ustedes la haya visto! —Gritó furioso. —¡Dejen sus puestos y comiencen a buscarla!

—Majestad, no podemos dejar nuestros puestos, debemos proteger el reino de posibles espías.

—¡¿Quieres ir al área de ejecución?! ¡Busquen a mi mujer en este maldito instante!

La calma que había intentado contener desapareció totalmente, estaba hecho una bestia que no podía controlarse. Golpeaba a cada guardia que no le traía noticias de Tiffany y estaba dispuesto a matarlos a todos si ella no estaba con él al amanecer.

—Majestad, hay un guardia cuidando los calabozos, dice que tiene una mujer prisionera, una posible espía.

—¡Ejecútenla y no me fastidien con estupideces!

—Pensamos que quizás usted querría hacerlo, podrá distraerse en eso mientras encontramos a su mujer, la espía está bastante herida.

—¿Nuevamente dieron latigazos sin mi autorización? ¡Les he dicho que esas órdenes las doy yo!

ATRAPADAS EN LA PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora