Narra Valentino:
<< Ella tiene sangre guerrera, cuídala>> sus palabras se repiten como un mantra. No papá ella no solo es una guerrera, ella lleva la mafia en la sangre.
Será un pilar importante en la cosa nostra de eso no tengo duda.
Tomo los dos shots de tequila y le entrego uno. No me dirige la palabra, se limita a tomarlo como los seis anteriores.
- No deberías tomarlos tan rápido. – aconsejo. – Te vas a emborrachar.
- Eso es lo que pretendo, genio. – responde con brusquedad.
- ¿Podrías dejar de portarte como una idiota? – pregunto molesto. Yo mismo me gane esté trato, la amenace con su muerte. La obligue a quedarse a mi lado.
- ¿Podrías dejar de ser un puto asesino? – espeta de vuelta. Volteo hacia todos lados, alarmado. Suspiro aliviado cuando me percato que nadie ha escuchado nada. – Ups, creo que hablé muy alto.
Me acerco hasta quedar a centímetros de ella, tomándola por el rostro.
- Te recomiendo modular tu tono. – amenazo por lo bajo. – No me tentaré el corazón para matar a quién sea que te escuche. – su semblante cambia al instante. – Así me gusta. – digo con arrogancia.
Se suelta de mi agarre y es ella quien se acerca un poco más a mí, envalentonada por el alcohol que corre en su sistema.
- Es usted un idiota, ¿Lo sabía? – asiento.
- Nunca dije que no lo fuera. – respondo, haciendo que sus labios rocen los míos.
Sus ojos se abren sorprendidos, está tan cerca que casi puedo contar las pecas que descansan sobre el puente de su nariz.
- ¿Soy o me parezco? – pregunta alejándose.
Niego con la cabeza, divertido.
- Katrina. – susurro. – Por favor no me condenes. – imploro.
- Eso lo has hecho tú solo. – toma mi caballito de tequila y se lo bebe. – Sto vedendo il diavolo in persona. (estoy viendo al diablo en persona)
- Katrina...
- Y a pesar de estar con el diablo, no es miedo el sentimiento que me aborda. – me interrumpe. ¿Qué? – Y quisiera que fuera odio, pero tampoco es así.
- ¿Entonces que sientes?
- Aún lo estoy averiguando. – luce confundida. – Pero en su mayor parte decepción, frustración, y no confío en ti.
Claro que no confía en mí, la engañé.
- No habrá más secretos. – le aseguro y no sé porque lo hago, solo tengo el impulso de hacerlo, de no quererle mentir.
Asiente, dando la plática por terminada.
***
Son pasadas las 02:00 am y conduzco por la autopista rumbo a Medina. Katrina viene a mi lado sumamente borracha y es toda mi culpa, mis acciones, mis secretos fueron las que la llevaron a ese estado.
- ¿Sabes? – dice con su voz ahogada. La miro de reojo, sus ojos se posan en mí. – Nunca confié en ti, sabía que me ocultabas algo.
- Chica lista.
- Ciertamente pensé en el lavado de dinero, pero veo que eres toda una fichita. – dice con sorna. El auto permanece en silencio por lo que parece una eternidad. - ¿A cuántos hombres has matado?
La pregunta me toma por sorpresa. Me quedo callado, pensando.
Al final llego a una sola conclusión.
- Tantos que ya no puedo contarlos. – confieso tranquilo, las muertes de esas personas no me atormentan, no eran inocentes, solo traidores a la cosa nostra.
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Roma: pasión y balas
Teen FictionKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...