CAPÍTULO 15

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Narra Valentino:

Katrina me adentra en su habitación. Dios, es tan testadura que quiero ponerla sobre mis rodillas y castigarla a base de azotes.

Hacerla entender quién es quién manda y que deje de desafiar mis órdenes.

- ¿Qué diablos? – la miro confundido. Hace una seña para que me calle.

Alexander y Rick salen de la habitación, dejándonos a solas. Observo el lugar, pulcro, todo decorado en colores claros.

- Baja la voz, mi madre está aquí. – susurra. Sonrío burlón.

- Por Dios Katrina, tienes 22 años, ya no eres una adolescente.

- Tengo 21 idiota. - rueda los ojos. Tenso la mandíbula. Oh buen señor, por favor dame la fuerza suficiente para no postrarla ante mí.

- Vuelve a hacer eso y te arrepentirás. – doy un paso hacia ella, incapaz de tenerla lejos, quedo tan cerca que nuestras narices rozan. Aspiro su aroma.

Almendrado, cedro y un toque de vainilla, es totalmente embriagador.

- ¿El qué? ¿Corregirte? - se burla. Acorto la distancia entre nosotros.

- Vuelve a rodar los ojos y te arrepentirás. – sonríe burlona.

- ¿O qué? ¿Me pondrás sobre tus rodillas para azotarme?, lamento informártelo, pero no eres Christian Grey- la idea suena tentadora.

Su respiración se vuelve rápida, da un paso hacia atrás.

Carraspea. Sonrío, la he puesto nerviosa. La afecto tanto como ella a mí.

- Como le decía, la decisión está tomada, y no puede hacer nada para cambiarlo. - sentencia. Lo tomaré como un reto.

- ¿Quieres apostar? – me dirijo a la puerta y la toco dos veces. Alexander entra por ella. - Por favor, cuando lleguen los guardias informales que la señorita Katrina solo puede salir acompañada por mí, de lo contrario que le impidan la salida. – asiente, cerrando la puerta detrás de él.

Se acerca a pasos furiosos y su mano se estrella contra mi mejilla. Mis ojos centellean con furia.

- Eres un idiota. ¿Cómo te atreves a ordenar algo así?, no soy de tu maldita propiedad, no puedes hacer de mi vida lo que quieras, prefiero que Blaine me mate con sus propias manos antes de pasar un minuto más bajo tu controlador y obsesivo mando. – Tomo cara entre mis manos, estrellando mi boca contra la suya.

Mis labios se mueven con furia, ¿Cómo se ha atrevido a golpearme?

La azotare hasta que su culo quede rojo y no pueda sentarse. La haré mía, quiero que cada que se mueva me recuerde a mí, embistiéndola.

Se pega más a mí, pasando sus manos por mi cabello. Se aferra a mí.

Sabe tan bien. Paso mis manos por su cintura y bajo a su culo, lo aprieto con fuerza tomándola y haciendo que sus piernas se envuelvan alrededor de mis caderas.

Su lengua y la mía se debaten en una guerra por el dominio.

Quiero hacerla mía.

Camino hacia su cama sin dejar de besarla y la recuesto sobre la cama. Está tan buen que me pone duro. Clavo dedos se clavan en su cintura, evitando no tomarla aquí y ahora, no sin su permiso.

Deja de besarme y me empuja, separándonos.

Me alejo de ella, poniéndome de pie.

Controlo todos mis instintos para no abalanzarme sobre ella.

Roma: pasión y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora