*Nota: siéntanse con la libertad de comentar a lo largo de todo el capítulo. disfrútenlo*
Una semana después...
07-08 00:00 am
Las cosas entre Valentino y yo han ido bien, el volvió a ser mi insoportable jefe y yo su asistente, no más besos, no más coqueteos, solo el hombre que me contrató y su empleada.
Las puertas del ascensor se abren, dejando ver a dos hombres. Un asiático apuesto y un idiota de apellido Bellemore.
- Usted debe ser Raiden Takahashi, bienvenido. – le extiendo mi mano, quien la acepta gustoso. – Un placer conocerlo.
- El placer es mío señorita Davis.
- ¿Para mí no hay saludo, fierecilla? – volteo a verlo con una gran sonrisa fingida.
- Señor Bellemore, ¿Cómo está? – asiente satisfecho. - ¿Gusta una café?, podría agregarle veneno, así cierra su estúpida boca de una vez por todas. – suelta una carcajada. Provocarme le resulta bastante fácil.
Voltea a ver a su futuro socio.
- Te lo dije. – se encoge de hombros.
- Ya lo veo, es brava. – suspiro, exasperada. ¿Por qué todos dicen eso?
- Con gusto los acompaño a la sala de juntas. – asienten. Los guío hacia allá, dónde Valentino y Massimo ya los esperan.
- Katrina, ¿Podrías traernos café, por favor? – pide Valentino. Asiento.
- ¡Pero sin veneno! – grita Raiden.
Oh buen señor, dame paciencia.
***
Es pasada las dos de la madrugada y espero paciente en la oficina de Valentino, descansando mis brazos y cabeza sobre el escritorio.
Observo el lugar escrupulosamente organizado. No hay nada fuera de su lugar, la esquina del portarretrato calza perfecto con la esquina de las carpetas, la laptop cerrada descansa frente a ellas. Al lado izquierdo sus bolígrafos reposan en un orden preciso.
Sonrío con malicia y lo muevo un milímetro. Me pregunto si su obsesiva consciencia se dará cuenta de ello.
La puerta se abre y la figura de mi imponente jefe entra por ella.
- Katrina. – dice con sorpresa. Me irgo en al asiento. – Pensé que te habías ido. – me encojo de hombros.
- Estar en recepción me cansó, además su pelea se escuchaba como si me estuvieran gritando al oído, decidí refugiarme en un lugar más silencioso, espero no te moleste.
- Para na... - se interrumpe a sí mismo, observando con detenimiento su escritorio. Sonrío satisfecha. Se acerca a paso sigiloso y acomoda el bolígrafo que moví. Me mira severo. – Lo siento mucho. – digo con fingida inocencia. – No me di cuenta de haberlo movido.
- Si claro. – responde con sarcasmo. – No muevas mis cosas. – advierte. Levando las manos a la altura de mi cabeza, haciéndome la desentendida. – Acompáñame. – ordena, saliendo de su oficina.
Lo sigo apresurada, entra a la sala de juntas y yo detrás de él.
- Señorita Davis. – habla Russell, sonriendo petulante. – Me gustaría mucho un café.
- Suerte que sus extremidades están presentes y funcionan muy bien. – me encojo de hombros. – Use sus manos y prepáreselo usted mismo.
Raiden suelta una carcajada.
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Roma: pasión y balas
Teen FictionKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...