CAPÍTULO 42

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* Disfruten el capítulo, espero que les guste tanto como a mí me gustó escribirlo, por favor no se olviden de comentar, amo leerles, las quiero mucho*

- ¿David?

Suspira aliviado.

- No te muevas, ahora mismo voy por ti. – cuelga la llamada.

Mierda, mi vida no puede ser más desastrosa. ¿Cómo dio conmigo?, solo se me ocurre una persona que pueda estar ayudándolo, Angelo DeLuca.

Cambio mi pijama por un conjunto deportivo y salgo corriendo hasta la puerta de servicio. Mi huida dura poco al chocar con un cuerpo firme.

- ¿Dante? – pregunto confundida. - ¿Qué mierda haces aquí?, Valentino te matará como te mire.

Sus ojos verdes me miran como burla, como diciendo "quiero ver que lo intente".

- He venido por ti. – se encoje de hombros. – Mi tío tiene una sorpresa para ti.

- ¿Tiene que ver con un castaño de ojos muy azules? – asiente confundido.

- ¿Cómo sabes?

- ¡Porque él me ha marcado, genio! – hago un ademán con las manos. - ¿Cómo si quiera pudieron atreverse a traerlo? ¡Es mi vida!

- Mira, por más que me gustaría tener esta conversación, tu prometido y mi tío nos esperan, anda. – señala su camioneta.

Le doy una última mira de advertencia y voy hacia donde me ha indicado.

***

Estacionamos frente a su casa y bajo corriendo del auto sin esperarlo, sé exactamente a donde ir. Llego al despacho de Angelo y abro la puerta de golpe, encontrándome con un David furioso.

- Los dejaré solos para que hablen. – susurra mi tío antes de abandonar el lugar.

Doy un paso hacia frente y respiro profundo, armándome de valor.

- ¿Es cierto? – voltea a ver con llamaradas en los ojos, lo miro confundida. - ¿Estás enamorada de ese imbécil?

- Yo...yo... - me remuevo incómoda sin saber cómo decírselo. – Angelo no tenía derecho de decirte absolutamente nada, ¿Cómo se ha atrevido?

- ¡Katrina! – espeta. - ¿Es verdad? – exige saber. Asiento apenada, no por amar a otro hombre, si no por romperle el corazón.

- Lo siento mucho. – susurro. Los ojos se empiezan a llenar de lágrimas y trago el nudo que se estaba formando en mi garganta. – Toda esta situación se me salió de las manos.

- ¿Tú crees? – responde con sarcasmo. - ¿Desde cuándo está pasando?

Mi celular vibra como loco, decido ignorarlo.

- Supongo que siempre hubo algo, pero se volvió más real desde que mi viaje a Los Cabos. – admito avergonzada.

Se lleva las manos a la cabeza con frustración.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes?

- No quería hacerte daño, quería hablarlo contigo, de verdad, solo no quería romperte el corazón.

- Pues muy bien conseguido. – se limpia las lágrimas con furia. – Dejaste que nos comprometiéramos, ¡Te ibas a casar conmigo, por dios santo! – vocifera, sus ojos bailan molestos. – Él se iba a casar con Elizabeth. – susurra. Mierda. - ¿Por eso aceptaste casarte conmigo? ¿Por qué él ya estaba comprometido?

- David. – sollozo. No me da tiempo de responder, sale disparado de la habitación.

Voy tras él, las cosas no pueden terminar así.

Roma: pasión y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora