6:45 am. Mi celular no para de sonar.
Abro un solo ojo y cómo puedo leo los mensajes de Valentino:
"hoy mudaremos la oficina a casa, la espero puntual"
"por cierto, Russell vendrá a desayunar con nosotros"
"no quiero reclamos ni malas caras, pórtese bien"
Gruño molesta, no con ese imbécil de nuevo.
Salgo de mi cama de mala gana y entro a la ducha. Tomo un baño rápido, decido no mojar mi cabello, solo tengo cuarenta y cinco minutos para estar lista.
Tomo unos jeans, una camisa de satén color blanco y unos tenis del mismo color. Maquillaje ligero y dejo mi cabello en una trenza francesa despeinada.
Salgo de mi habitación y me dirijo a la habitación de mi princesa.
- ¡Oh kat, kathie! – digo con voz cantarina. – Hora de despertar dormilona. – me acuesto con ella en su cama y la acurruco en mis brazos.
- No. – reniega y rio. De tal palo tal astilla.
- Vamos corazón, tienes que ir a la guardería, un pajarito me contó que tienen juguetes nuevos. – vuelve a renegar en mis brazos, negándose a abrir los ojos. – Katherine Davis-Ryder, si no despiertas en este momento no habrá pancakes de chocolate para desayunar. – abre sus ojos de mala gana y se cruza de brazos. ¡Vaya! Alguien se despertó de mal humor.
La tomo en brazos y se aferra a mi cuello.
- No quiero guardería, mami. – su voz suena cansada. Llevo mi mano a su frente, está hirviendo.
La miro preocupada.
- No te preocupes cariño, hoy no irás a ningún lado. – cambio su pijama por un cambio más liviano y la deposito de nuevo en su cama.
Mando un mensaje a Valentino avisándole que no podré asistir. Hoy no iré a ningún lado, me quedaré con mi hija.
Recibo una llamada de mi jefe casi al instante de haber mandado el mensaje. Me aseguro que Katherine esté cómoda y salgo al pasillo para contestar.
- Katrina. – dice severo. – Quisiera saber qué es eso tan importante que la está obligando a faltar. – mi hija, quiero decirle, pero sé que es una pésima idea.
- Es solo que no me encuentro muy bien. – finjo toser. – Creo que me voy a resfriar.
- ¿Y usted cree que soy imbécil? – me reprende enojado. Me ha atrapado. – No sé qué es lo que tenga que hacer, pero cancélelo, la espero aquí en quince minutos. – Cuelga, dejándome con la palabra en la boca. Cabrón.
Bajo las escaleras apresurada y busco a mi madre. Para mi suerte no tardo mucho en encontrarla, camino directo al patio, donde se encuentra hablando con la señora Johnson.
- Mamá. – la llamo. – Katherine ha enfermado, necesito que la lleves con el pediatra, volveré para medio día, mi jefe no me ha dejado faltar. – le explico apresurada.
- ¿Qué es lo que tiene? – pregunta preocupada.
- Fiebre, creo que se va a resfriar.
- No te preocupes hija, ve, - asiento y le doy las gracias.
- Jenna, la señora Johnson, sabe manejar, pídele que te lleve al hospital, recuerda dar de alta a la nonna. – asiente.
Corro escaleras arriba y vuelvo con mi hija.
- Kathie, mamá tiene que salir, pero volveré lo más rápido que pueda, la nonna te llevará con el doctor, ¿Está bien? – asiente, le doy un beso en la frente y salgo.
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Roma: pasión y balas
Novela JuvenilKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...