Narra Valentino:
Después de una hora en el campo me he dado por vencido, Katrina me gana en cada uno de los retos que le pongo.
Mi último intento es llevarla al laberinto, ver cómo reacciona ante una situación casi real.
- Acompáñame. –ordeno.
La veo dejar su pistola en la mesa y seguirme.
Nos adentramos a un pasillo poco iluminado y lleno de lockers. Muchos de mis hombres ya tienen la protección puesta.
Katrina toma mi mano, presa del pánico.
- Tranquila, yo los he llamado. – me mira confundida. – Has demostrado ser muy buena manejando el arma, es como si fuera una extensión de ti, pero quiero ver qué tan buena eres cuando tu vida de verdad está en riesgo.
- No voy a dispararle a esos hombres, Valentino.
- Lo harás. – sentenció. – Están preparados con chaleco antibalas, solo no les dispares a la cabeza. – bromeo, sabiendo de antemano que es su zona favorita, experta en el tiro de gracia. Me mira irritada, acción que causa una sonrisa en mi rostro. – Toma esto. – le entrego su arma. – Extiende tus brazos.
La jalo hacia mí y paso el chaleco por sus diminutos brazos. Lo ajusto a su torso, haciendo que pegue un respingo.
Su mirada cae en la mía. ¡Dios, es hermosa!
<< ¿Qué fue esa mierda sensiblera? >>
Carraspeo, alejándola.
¿Qué me está pasando? ¿Por qué su cercanía me está afectando?
- Entraremos por puertas diferentes, no deje que le disparen, ¿Entendido? – asiente.
Le doy una última mirada antes de dirigirme a mi lugar de entrada.
Narra Katrina:
Lo veo marcharse, seguido de sus hombres.
Tallo las palmas de mis manos en mis pantalones, esperando que dejen de sudar.
¿Qué clase de prueba de mierda es esta? ¿Qué tal si le disparo a alguien dónde no debería? ¿Qué tal si falla mi puntería?
<< Él Confía en ti >>
Suspiro una vez más antes de entrar en el jodido laberinto.
***
- ¡Agáchese! – grito. Valentino camina hacia a mí ajeno al hombre que le apunta, veo cómo se tira al suelo y disparo, dando justo en el lugar dónde está el corazón.
Corro hasta llegar a él y lo ayudo a ponerse de pie. Mi nivel de adrenalina y estrés están al máximo, nunca me había sentido tan viva.
9 hombres caídos, uno más y podremos salir de aquí.
- ¿Está bien? – lo inspecciono.
- Mejor que nunca. – me dedica una sonrisa que llega hasta sus ojos. – Vamos.
Toma de mi mano. Miro fija la unión, no paso por desapercibida la corriente eléctrica que recorre mi cuerpo, pero se lo adjunto a la descarga de adrenalina.
Recorremos los pasillos, hasta dar con una puerta del doble de mi tamaño, completamente de acero.
Me acerca a él y toma mi cara entre sus manos.
- Estamos a un blanco de salir, ¿entendido? – asiento. – Mantente alerta. Corra.
Ambos empezamos a correr, el hombre sale de la nada, jala mi brazo y me toma como rehén.
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Roma: pasión y balas
Teen FictionKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...