CAPÍTULO 38

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* Por favor no se olviden de comentar, les juro que leer sus comentarios es mi parte favorita del día. Espero que disfruten mucho el capítulo, les tqm. *

Narra Katrina:

18:30 pm

Salgo de la casa de Valentino echando chispas, aún no puedo superar que haya comprado la casa para mí, ni siquiera estoy tan enojada con él, estoy más enojada conmigo misma, porque a pesar de lo enojada que estoy con él, su gesto me ha conmovido, pero es algo que no estoy dispuesta a aceptar en voz alta.

Él me engañó para firmar esos papeles, es en lo que debo de concentrarme, no en que me haya comprado una casa, santo dios, ¿Por qué tiene que hacer estas cosas cuando estoy tan enojada con él?

Kester, junto con David, ya me esperan. Mi prometido me dedica una brillante sonrisa, gesto que trato de devolverle, aunque últimamente todas mis sonrisas parecen una mueca.

Abre la puerta para mí y entramos juntos.

- ¿Cómo te fue? – asiento, no quiero contarle nada acerca de Lena, ni siquiera estoy segura de que lo sepa, por lo que hablar de mi trabajo está prohibido con él. - ¿Lista para la mudanza?

- Me tiene muy emocionada. – miento. – Pero primero tenemos que pasar por Katherine, debe estar con mi madre.

Asiente y da la orden a Kester de dirigirse al nuevo hogar de mi familia.

Aparcamos frente a un gran edificio de alta seguridad, marco el número de su departamento y el guardia nos deja pasar.

Subimos en silencio hasta su piso, hoy precisamente no tengo ganas de hablar y él parece notarlo, respetando mi espacio.

Toco la puerta de su departamento y una muy sonriente nonna nos recibe.

- Cara. – dice con cariño. – David. – le sonríe. - ¿Quieren un tour por el departamento?

- Otro día nonna. – le prometo. – Estoy muy cansada, solo quiero llegar a casa e instalarnos, ¿Dónde está Katherine?

- Tu madre y Rick la llevaron a comprar su helado favorito, ya no deben de tardar en llegar. – informa. – Por favor pasen, les serviré un café mientras esperan.

David entrelaza su mano con la mía y nos hace pasar.

Miro donde nuestras manos están unidas, se siente cálido, conforme, lindo, pero no hay esa corriente eléctrica que tanto anhelo, no hay ese tacto que quema el mío a penas tocarlo.

Eso solo pasa con una persona, todas mis reacciones le pertenecen a él y eso me frustra muchísimo. Quiero querer a David como se merecen que lo quiera, pero mi mente está invadida de Valentino Rossi.

Me voy a casar con un hombre que me quiere, un hombre que me protege y no me miente, me recuerdo a mí misma, eso es lo que importa.

Toma el café, gustosa de que un poco de cafeína entre a mi sistema, es todo lo que necesito en estos momentos.

Al cabo de 10 minutos la puerta del elevador se abre y mi madre, Rick y Katherine entran por ella.

- ¡Mammina! – grita mi hija, corre hacia mí y yo me agacho para tomarla en brazos. Tienes los ojos brillosos, su cabello rizado despeinado y restos de chocolate en su rostro. - ¿Hoy vamos a casa con el diavolo?

- Así es cariño, hoy vamos con David. – voltea sonriente a ver a David, pero pronto su gesto cambia a uno pensativo.

- ¿Valentino también viene mami? – me tenso al instante. Niego con la cabeza.

Roma: pasión y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora