CAPÍTULO 21

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*Siéntanse con la libertad de comentar a lo largo del cap, me encanta leerles*

19:00 pm. 25-08

Narra Valentino:

Han pasado casi siete horas desde que Katrina ha perdido la consciencia y aún no despierta. Si antes estaba preocupado, ahora estoy a punto de perder la cabeza.

Sostengo su mano entre las mías y me agacho hasta que mi frente queda recargada en ellas.

Despierta por favor.

El ruido de afuera se hace cada vez más intenso, gruño exasperado. Suelto la mano de Katrina y me pongo pie, dispuesto a meterles una bala en el cráneo si no se callan.

Cinco pares de ojos me miran alarmados.

- ¿Quieren callarse? – espeto.

-Voy a vigilar a Katrina. – susurra mi hermana, antes de ponerse pie y abandonar la sala.

- Alek dio con los atacantes. –dice Russell al ver que mi expresión furiosa no disminuye. – Son un nuevo clan ruso, están pisando fuerte.

- Quiero que los quemen vivos. – ordeno. Ambos asienten. – Excepto a su líder, ese será decisión de Alek. – mi cuñado me sonríe, tiene un gusto extraño por la tortura y no se va a quedar tranquilo después de ver como atacaron su hogar y a su familia. – Haz lo que quieras con él.

Hasta yo siento un poco de compasión por aquel idiota, Alek es realmente sádico cuando se lo propone.

-Valentino. – la voz alarmada de mi hermana me pone los nervios de punta. Dejo a mis dos socios ideando su plan y me apresuro a llegar a Katrina.

Ahí está ella, sentada en la cama, con las rodillas dobladas y sus brazos rodeándolas.

Tomo su cara entre mis manos y la examino, la mirada de las mil yardas se ha ido, pero aún sigue un poco pálida y tiembla bajo mi tacto.

-Katrina, ¿Cómo estás? – voltea a verme, pero se niega a responder. – Katrina. – vuelvo a llamarla, se limita a sostener mi mirada. Volteo con mi hermana. - ¿Qué pasó?

Niega con la cabeza.

-No lo sé, solo abrió los ojos y se colocó en esa posición, no quiere hablar.

-Retírate.

-Valentino...- interrumpo su tono de advertencia.

-Que te retires, Alessandra. – digo un poco más fuerte. – ¡Ya!.

Me dedica una mirada de advertencia, pero hace lo que le pido.

Vuelo a mirar a Katrina, quien no se ha movido ni un milímetro.

-Muy bien cariño. – digo aún con su cara entre mis manos, obligándola a prestar atención. – Necesito que hables, necesito saber que estás bien y que me entiendes. – asiente, sin embargo, ni una palabra sale de su boca. Suspiro, liberando un poco de mi preocupación. –Bien, ya es ganancia. ¿Habías tenido un episodio como este? – niega con la cabeza. - ¿Qué tal algo en menor grado? ¿Nauseas, mareos? – vuelve a asentir, yo junto con ella. – No es sencillo Katrina, pero lo vas a superar, te lo prometo.

Me sentí así la primera vez que le disparé a alguien, fue mucho peor la primera vez que cobré una vida. Después de ello, y muy a mi pesar, se volvió terriblemente fácil y llevadero.

Me mira por lo que parece una eternidad.

-Huele a hierro. – habla por fin. La miro confundido, ¿hierro? Niego con la cabeza. – Huele a hierro. – insiste.

Roma: pasión y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora