CAPÍTULO 30

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* Siéntanse con la libertad de comentar a lo largo del cap, me encanta leerle, de verdad estoy muy agradecida con el apoyo que ha estado recibiendo mi libro, se los agradezco infinitamente, sé que no está pudiendo con la estabilidad emocional de muches, les prometo que es necesario para la trama y les aseguro que hay final feliz, tranquiles, léanlo a su ritmo, entiendo que tengan que hacer pausa en la lectura, pero no abandonen, les quiero *

Narra Katrina:

14:00 pm

La comida con David me ha dejado un mal sabor de boca, todo lo que estoy haciendo es increíblemente incorrecto.

Él merece a alguien que lo ame, lo adore con todo su ser, no que lo quieran a medias. Si tan solo pudiera averiguar qué tan fuertes son mis sentimientos por Valentino todo esto se resolvería, podría amar a David como se merece, o dejarlo para que sea feliz con alguien más.

Ambas ideas me causan un terrible malestar de estómago, necesito resolver esto cuanto antes.

Valentino entra por las puertas del elevador, con un semblante horrible, como si lo hubieran condenado a la pena de muerte.

- A mi oficina, ya. – brama.

Lo sigo al instante, mejor no provocar al diablo.

En cuanto la puerta se cierra sus labios invaden los míos.

Me besa con fuerza, furioso.

Se lo sigo con el mismo ímpetu. Me aferro a su cabello, jalándoselo.

Siento el calor crecer en mi cuerpo y un hambre voraz por este hombre. Se aferra a mi cintura, levantándome. Enredo mis piernas en su cadera casi en automático.

Dejo que avance porque francamente no quiero parar, lo que me hace sentir Valentino con sus besos es fuera de este mundo.

Camina hacia su escritorio, deja caer las cosas y me acuesta sobre el.

Deja de besarme solo para bajar a mi cuello y besarlo. Me aferro a sus brazos, dejando que el deseo invada cada parte cuerda de mí.

Razonar en estos momentos solo lo arruinaría y no quiero que eso pase, no quiero detenerme.

Desabotona mi camisa, bajando sus labios a mis pechos. Libera mis senos del sostén, succionando uno de mis pezones y jugando con el otro.

Gimo con fuerza.

Levanta la cabeza, viéndome de forma severa.

- Tendrás que guardar silencio o toda la oficina nos escuchara. – advierte.

Asiento.

Vuelve a poner la atención en mis pechos y otro gemido se escapa de mi garganta. Esta vez no se detiene, sube su mano y cubre mi boca, ahogando mis gemidos.

Oh dios mío, las caricias de Valentino se sienten como haber ascendido al mismísimo cielo.

Llaman a la puerta.

Me hace un gesto para que guarde silencio y sigue haciéndome sentir la gloria. Mueva la lengua en círculos y jala de mi pezón con mis dientes.

Sube a mi boca, besándome, antes que otro gemido se escape de mis labios. Me aferro a sus besos, a la corriente eléctrica que me recorre cada vez que me toca.

Vuelven a llamar a la puerta.

- Carajo. – susurra.

Se pone de pie, permitiéndome ver su erección. Madre mía, se me hace agua la boca.

- ¿Puedes abrir? – pide. – Entenderás que no puedo recibir a nadie así. – señala su miembro.

El calor recorre mi cuerpo.

Roma: pasión y balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora