Narra Valentino:
La alarma no para de sonar. La apago a las 5:30 am en punto. Bajo de la cama y me dirijo directo a mi armario.
Tomo mi ropa deportiva y un par de tenis y salgo de mi casa. Necesito correr, que mis pulmones se oxigenen de aire puro.
Tomo el camino a Medina y mis pies toman el control, dirigiéndome a la casa de Katrina. ¿Qué hago aquí?
Me detengo frente a ella, observándola. Hay una única luz prendida, ¿Estará despierta?
Saco mi celular y marco su número.
- Señor Rossi. – contesta con voz cansada. - ¿Se le ofrece algo?
Veo una sombra pasearse de un lado a otro.
- ¿La he despertado?
- Para nada. – bosteza. - ¿Hay algún problema?
- Salga. – pido. – Y no olvide ponerse calzado deportivo. – no le doy tiempo de respingar, cuelgo la llamada y la espero frente a su puerta.
Alrededor de diez minutos por fin sale. Mallas negras, top negro y tenis del mismo color.
Trago en seco. El negro es definitivamente su color; debería ordenar que las mallas deportivas sean uniforme oficial de la empresa. Se ve terriblemente bien en ropa deportiva.
- Mi cara está arriba. – me riñe. Coloca sus manos en la cintura, haciendo que sus pechos se eleven, levanto la mirada de mala gana. - ¿Qué hace aquí?
- Salí a correr y pensé que era buena idea tener compañía. – miento.
- ¿No tiene un hermano gemelo para hacer este tipo de cosas? – empieza a correr. La sigo. – Estoy segura que a Massimo le encantaría pasar tiempo con su hermano.
- Massimo prefiere pasar tiempo con una piedra que conmigo.
- Porque una piedra es más divertida que usted. – la miro ofendido.
Ralentizo mi paso hasta quedar justo detrás de ella y la tomo por las piernas, echándomela en el hombro.
- ¿Cómo se atreve? – golpea mi espalda. – Bájeme ahora mismo.
- Admita que soy divertido y volverá a tocar el piso.
- No. – dice solemne. – Usted es un amargado. – si fuera mía una nalgada es lo menos que hubiera hecho por sus palabras.
Empiezo a dar vueltas.
- Admítalo.
- Valentino, voy a vomitar. – no dejo de dar vueltas. - ¡Esta bien! Usted es tan gracioso, el mejor comediante del mundo. – me detengo, poniéndola de nuevo en pie.
Se dobla, llevando sus manos a las rodillas.
- No aprecio su sarcasmo, pero lo tomo. - me acerco a ella, poniendo una mano en su espalda alta. - ¿Se encuentra bien? – levanta el dedo pulgar hacia mí, indicándome que todo está bien.
Le ofrezco un pañuelo, esperando a que vacíe el contenido de su estómago.
***
Damos la veintava vuelta por el parque cerca de su casa. Dios mío, parece que voy a fallecer en cualquier momento y él se ve impecable, con una ligera capa de sudor en el cuerpo.
¿Cómo es posible?
Me detengo, tomando asiento en la banca más cercana. Valentino se acerca, dando vueltas alrededor.
- ¿Quieres sentarte? – pregunto irritada. – Estás mareándome, harás que vomite de nuevo.
- Pensé que una persona como usted, llena de vida y con la vida por delante, tendría mejor condición que yo, un anciano, como usted suele decirme cuando cree que no la escucho, aunque solo tengo 27 años.
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Roma: pasión y balas
Novela JuvenilKatrina Davis está hasta el cuello de deudas, sumando a eso una hija que cuidar y una abuela enferma de quien hacerse cargo, ni siquiera la ayuda de su madre es suficiente. Todo cambia cuando conoce a Valentino Rossi, un importante empresario con un...