Capítulo 25: ¿Como...?

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-¿Kera?- volvió a preguntar, poco a poco levante la miranda; hacia la voz- Es normal que estés impactada; no todos los días te asaltan en un hospital - dijo con calma, mientras se acercaba a mi. Estaba impactada.

-¡Kera!- La voz de la enfermera suena a lo lejos, está, sin esperar mucho, me la pone una linterna en los ojos, para ver si respondo.

Raro, pero lo hago; parpadeó unos momentos y luego aparto la mirada de la persona.

-Kera, se que estás impactada. Es normal no todos los día te intentan agredir estando ingresada en un hospital privado; no te preocupes-me consoló aquella voz- Cuando la doctora te de el alta; ven a verme, necesito hacerte un interrogatorio para cerrar el caso, te dejaré la tarjeta con mi número de teléfono; en cuando salgas llámame y, personalmente, te atenderé; no concates con terceros.- me advirtió, simplemente asentí, sin prestarle mucha atención a lo que decía.

»Además, te dejaré la tarjeta aquí; los del hospital tienen mi número, aún así te lo dejo aquí.- supongo que lo dejo encima de la mesita que tenía a mi lado, no lo sé; no lo vi.

El hombre, continuó hablando, supongo que era para darme las características de donde me iba a interrogar o yo que se, pero, sinceramente, no le estaba escuchando; aún estoy impactada.

No se cuanto tiempo pasa; pero se que es mucho porque la doctora me entrega la cena del hospital; ni està del todo mal, de primero una sopa de ajo (que, sea quien sea quien lo haya hecho, le quedó súper bien) y, de segundo pollo poco hecho; sinceramente, lo prefiero crudo, pero tampoco estaba del todo mal.

-Vaya, tenías hambre- dijo contenta-  si está noche te encuentras bien, mañana te haremos una radiografía para ver tus pulmones ¡Seguro que ya están cicatrizados del todo!; No te podrás ir a New York, pero si a un casa de por aquí cerca- dijo sonriendo, pero esa una sonrisa triste.

-¿Esta bien, señora?- pregunte- le noto decaída- comenté

-¡Cómo...!- Exclamó; perpleja- ¿¡Cómo me has llamado, jovencita!?- creo que se ofendió- No me llames "Señora"; llámame Natalia- asentí- Me recuerdas a mi hermana; falleció hace años, todos la echamos de menos; era muy parecida a ti, en caràcter- suspiró- pero, no te voy a molestar con simples anécdotas del pasado de una vieja, como yo-

-Al contrarío, Natalia, me gustaría mucho escucharlas, si quiere, cuando termine su jornada laboral, y quiere pasarse a hacerme compañía; no se la negaré- le conteste, vi la ilusión en sus ojos.

-¿De verdad? Por supuesto que me pasaré; no lo dudes, vendré jovencita, y por favor, háblame de tú a tú- asentí, la doctora hizo el intento de salir, pero un cuerpo se lo impidió- ¡Gobernante! Disculpame usted; ya vuelvo al trabajo- dijo rápidamente.

-Cuantas veces te lo he dicho, Natalia; no me hables de usted, y no me llames "Gobernante" tengo nombre y lo sabes- le recordó-  he venido para hablar contigo, ya sabes, sobre... Ella- la doctora asintió, se pidió con la promesa de que volvería más tarde para hablar.

Me quedé pensando; ¿Los muertos pueden volver a la vida? Esa es la respuesta que me rondava la cabeza todo el rato, aunque lo que más me perturbaba, no era la pregunta sinó la respuesa.

No. Claro que no. ¿Que sentido tiene? Ninguno, entonces, porque estaba allí, delante, enfrente mía, junto a dos policías que sujetaban armas. ¿Que clase de broma es esta?

"Una broma, en la cual tú eres la protagonista, Kera" "O ¿Noor?" "¿Quién eres?" ¿Quién soy?

-¿Kera?- ¿Kera o Noor?- ¡Kera!- salí del trance en el cual había entrado, visualizando a Natalia- ¡Llevo lo el mostrador, donde me entregaron una factura. Casi me desmayo.

-¡Si eso no lo cobro ni en un més!- exclame- ¿Aquí son todos ricos o qué?- pregunte al aire.

-La sanidad es publica; pero para los extranjeros, tienen que pagarla- mire a los guardias con mala cara. Ni el rey de Roma vendría a este sitio.

-No tengo dinero- dije- a ver, de eso puedo pagar menos de la mitad si sirve de algo- dije con humor, los guardias no me miraron muy bien que digamos. Los guardias se miraron entre si.

-Voy a avisar- dijo, finalmente uno.

-No hace falta; yo me encargo de ella- el que faltaba; el muerto, no muerto, los guardias asistieron y se fueron- Buenas, Kera- me saludó- La factura de ella, ya está apagada; órdenes- queria reclamar; no me gusta que me paguen las cosas, pero me tengo que callar; no tengo tanto dinero.

-Gracias...- dije, entre dientes- cuando pueda lo devolveré- añadí, se rió.

-Vamos, gírate, te quitaré eso- le hice caso- vamos; tenemos que hablar- dios, esa frase nunca queda bien. No tenia opción así que le seguí, nos montamos en un ¿Mercedes?- me cago en mi puta vida.

Conducció hasta la comisaría, donde me baje, la fachada era simple, con un lema "Todos iguales, ante todos", junto dos alas, pequeñas de color marrón. La persona llegó a mi lado, no dijo nada y continuó caminando, sin muchas ganas le comencé a seguir.

Al entrar los policías que, estaban desocupados se pusieron en forma de salido militar; tampoco me sorprendí. Algunos seres sobrenaturales, independientemente de la raza, cuando tienen cargos militares importantes, reciben respeto por parte de los cadetes.

Lo sé, porque en aquel lugar, cuando llegaban cargos así nos obligaban a hacerlo; era patético pero, así se sentían importantes, aunque en el fondo, eran una mierda.

-Descansen, chicos, descansen- dijo amablemente- luego, en la reunión, me cuentan novedades; he de hacer un interrogatorio, sobre el ataque del otro día-  dijo, tranquilo;le seguí hasta la sala.

-Bien; contestame rápido y te podrás ir a descansar, ¿Necesitas alguna cosa?- asentí.

-¿Hay hielo? me duelen las heridas- asintió.

La Maldición Del Hipogrifo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora