Capítulo 33

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El plan era una locura. Tal vez por eso Nikka no había pensado que llegaría tan lejos. Aun así, tiempos desesperados, como diría Rajnik, exigían medidas desesperadas. Últimamente era como si todos sus planes nacieran de una simple pregunta: ¿qué haría la cazadora? Nunca lo mejor pero, para su sorpresa, sí lo que funcionaba.

Cuando le había sugerido al Comandante salir por su cuenta y buscar más información desde la fuente, Nikka no había esperado que él aceptara. En realidad, no había planeado llegar tan lejos. Pero había demostrado su valía. Cada vez que había salido, había vuelto con información. Y tal vez él estaba tan desesperado por encontrar al traidor como ella por vengar la muerte de Cal.

El puerto se encontraba vacío a esa hora impía. Arel estaba de pie junto a ella, el cazador tan diferente del joven al que estaba acostumbrada. Pero tal vez todos fueran así, separando el deber de su vida privada. Debía ser la única manera de lidiar diariamente con tanta muerte y sangre, y seguir avanzando sin que esto les afectara. Nunca lo había visto tan serio ni tan amenazante. Con una expresión fría y su mano sobre la empuñadura de su espada, parecía un alma vengativa lista para atacar.

No se había atrevido a pedirle compañía a Deliah, el cazador todavía demasiado enfurecido con ella para siquiera hablarle. Pero Arel estaba bien. Le había permitido ver todos sus recuerdos y no había mentido. Nikka no había encontrado nada remotamente parecido al amor. Él disfrutaba de la vida, la comida y la amistad, pero el romance no parecía ser su principal interés. Ni antiguos amantes, ni actuales, ni deseos de futuros. Sólo un joven sencillo deseando una vida sencilla. Y el muy escurridizo había estado robando dulces de la oficina del Comandante la vez del mensaje. Ella había jurado no compartir esa información.

La noche era agradable, la brisa primaveral traía el aroma salado del océano. No había ninguna actividad sospechosa aparte del constante balanceo de los barcos y el sonido de las olas. Había pasado casi una hora y Nikka estaba empezando a considerar que los búhos no estaban hechos para mantener el calor. Debería haber traído un abrigo. Pero justo cuando pensaba que podría haber sido una mala idea...

—Así que finalmente muestras tu verdadero yo.

Nikka levantó la cabeza. El Cuervo al fin había aparecido, tendido sobre la vela del mástil mayor del barco junto a ellos. Nada más que un punto oscuro en medio de la noche, uno que no habría podido ver antes. Pero últimamente, mirar de noche era casi como a la luz del día, las sombras tan distintivas, y había descubierto muchos nuevos matices de oscuridad.

A su lado, Arel también se tensó. Él no se movió, pero Nikka notó que estaba buscando la fuente de esa voz. Los cazadores eran realmente increíbles, siempre en desventaja con respecto a los salvajes y, aun así, siempre luchando y a veces ganando. Rajnik incluso era capaz de dispararles durante la noche.

—No busco confrontación —Nikka intentó sonar segura y convincente, aun cuando no lo estaba en absoluto—. Solo quiero hablar.

—Me preguntaba por qué serías tan estúpida como para salir sabiendo que te encontraría... —el Cuervo la ignoró, jugando con su espejo de bolsillo—. Durante mucho tiempo estuve pensando si venir o no. Te quedas donde los cazadores. La lavandula te esconde de mí. Por eso no siempre puedo verte. Tan degradante para ti. ¿Qué eres? ¿Su mascota?

—Tenemos un enemigo en común, tú y yo —continuó Nikka—. Sé lo que le sucedió a Narya. Tengo información.

—Y ahora tienes mi atención —el Cuervo volvió la cabeza hacia ella—. Habla, mascota de cazadores.

Al menos era mejor que la última vez. Nikka había leído todos los informes del conflicto fronterizo. Los cuervos no eran guerreros. A diferencia de los zorros o los coyotes, e incluso los búhos, no se mencionaba cuervos involucrados en la caída de Arcadia. Quizás porque eran más del tipo inteligente, o quizás porque no era de su interés en absoluto.

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