Capítulo 11

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Feliz viernes, zorritos!

Les hablo desde el sillon de mi gaming room, donde creo que estoy atravesando el mayor resfrío de mi última década. Moraleja: No visiten amsterdam en temporada de lluvias. Por algo el pasaje estaba barato... Pero les he dicho que me moría por ver esa ciudad? Dicen que Ketterdam está inspirado en ella, y puedo confirmar al 100% que si sabes buscar problemas, es tan shady como prometen. 

Pero bueno, heme de regreso a la nevada Paris. Y siento que poco a poco estoy retomando, tras una eternidad, la mano sobre mi vida de escritora. He editado, escrito, hasta enviado un cap nuevo a las betas y ahora actualizando por tercera semana consecutiva un viernes! Yeayy!! Mi rincón de escritora es una cosa triste con un escritorio lleno de cosas porque debo ordenar y recibir más objetos, pero algún día estará operativo. Con algo de suerte, mi salud también.

Also, si se han pasado por mi instagram de escritora, no se olviden de comentar los dos últimos posts sobre la trilogía Ladrones que es super importante! Una sorpresa les espera en el futuro :)

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final del cap!

xoxo,

Sofi

***

Estaba sola. Nikka contuvo las lágrimas, sus labios temblaban.

No era justo. ¿Habría alguna diferencia si lo dijera? No era un monstruo, ni una rebelde. No había hecho nada excepto desear una vida mejor. Y ahora había perdido su trabajo, probablemente la habitación del hotel también tan pronto como el gerente supiera de su situación actual.

Cal sabría qué hacer, pero él ya no estaba. Nikka solo quería gritar y llorar. Los doce cazadores estaban allí, juzgando desde sus posiciones entre las escaleras y balcones internos de la torre. El Comandante no era una mejor opción que enfrentar.

Sus manos estaban esposadas, dos guardias armados a sus espaldas. Un movimiento en falso y la muerte sería certera. Qué tonto, había anhelado morir durante días solo para estar tan desesperada ahora por seguir viviendo. Quería estar de nuevo con Cal, pero no de ese modo. No siendo cazada como el mismo monstruo que había matado a su amigo.

Nikka rezó al Destino y las Estrellas por piedad, pero los cazadores no eran guerreros sagrados. Todo lo que veían era un enemigo. Porque incluso Rajnik, con todas sus sonrisas y delgadas piernas balanceándose desde su lugar en lo alto de las escaleras, no había mostrado piedad. Lorcan se encontraba detrás de ella, recostado en la pared, y Nikka rogó por ayuda. Era más fácil tratar con rostros familiares que con amenazantes extraños. El Comandante la había obligado a volver a contar la historia al menos tres veces. Y ahora los cazadores estaban discutiendo, gritando por encima de su cabeza.

Ella no era un monstruo, tampoco una amenaza. Solo quería recuperar su trabajo y su antigua y aburrida vida. Una semana atrás hubiera dado cualquier cosa por una oportunidad como esa, conocer a los cazadores y la Hermandad. Ahora lo sabía, no era bueno dar cualquier cosa a cambio de otra.

—¡Silencio! —gritó el Comandante y sus subordinados obedecieron de inmediato—. Dejemos esto en claro. ¿Eres un búho o no?

—¡No! —gritó Nikka tan pronto como esos fríos ojos estuvieron sobre ella—. Por favor, tiene que creerme. Soy humana. Nacida y criada en esta ciudad.

—Los humanos no pueden usar objetos malditos, —comentó una cazadora de largo y oscuro cabello desde un balcón.

—Los objetos malditos no se parecen al que ella dice poseer, —respondió un hombre rubio.

—Por favor, —rogó Nikka—. Tienen que creerme. No sé qué o cómo sucedió. Tengo miedo. Solo quiero mi vida de regreso.

—Me temo que eso no sucederá, —Rajnik sonrió, incluso cuando el corazón de Nikka se rompió—. Tu antigua vida se ha ido, pájaro. Seas lo que seas, no eres normal y no sería seguro dejarte ir. Así que toma un respiro y deja que los adultos discutan esto.

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