Capítulo 41

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Feliz viernes, Zorritos!

Honestamente no puedo esperar a terminar esta historia después de todo lo horrible que pasé durante el 2023. Sé que no tiene la culpa, pero no puedo evitar relacionarla con ello. Me gustaría decir que terminaré en 50, pero conociendo mi racha seguro sean unos caps más que eso.

Muchas gracias por seguir aquí. Espero poder seguir trayéndoles buenas historias este año.

Xoxo,

Sofi

***

¿Debería escribirle a su padre?

Los días pasaban, el tiempo corría. Lorcan sabía que no podía escapar del Destino para siempre. Había tomado una decisión, para bien o para mal. Su padre al menos merecía saberlo por él y no por otro. La deserción era una elección vergonzosa, pero seguir luchando por algo que le disgustaba sería traicionarse a sí mismo. ¿Su padre lo entendería?

Rajnik aseguraba que podía entregar la carta sin que nadie más lo supiera. Y Lorcan no lo dudaba. Pequeña cosa malvada, capaz de todo. No debía haber carta alguna en toda la Capital que ella no hubiera leído por simple curiosidad, o solo porque podía. ¿Ella lo entendería?

Solo en una habitación vacía, no estaba seguro de qué hacer a continuación. Evitaba el piso principal, los dominios de Kaia. A la joven no le gustaba y Lorcan no la provocaría. La casa era lo suficientemente grande como para no cruzarse en su camino y para que Rajnik también tuviera un montón de habitaciones sin uso. Había sido construido para una familia y un personal más numeroso, no para dos chicas intentando reinarla.

Tres. Una vez hubo tres.

Antes de que descuidara a su compañera.

Antes de que Nexan la acusara de traición.

Antes de que el Comandante obligara a Rajnik a matar a su amiga para demostrar su lealtad.

Antes de que Lorcan permitiera que aquello sucediera, e incluso acusara a Rajnik de haberlo buscado.

¿Cambiaría algo si dijera que lo sentía? Todavía creía que había tomado la mejor decisión en aquel entonces, aunque fuera hiriente. Incluso si cruel. Y no estaba orgulloso de ello. Porque sabía que no cambiaría nada del pasado, pero quizás sí el presente.

Los fuertes ruidos y ladridos no le sorprendieron. Los había estado esperando desde el comienzo del día. Cerró los ojos, listo para enfrentarse al Destino y las Estrellas. Aun así, fue Kaia quien vino por él.

La joven irrumpió en la habitación con el rostro lleno de rabia. Ella siempre parecía estar a solo una palabra equivocada de matarlo, y Lorcan no podía juzgarla. No después de todo lo que la Hermandad le había quitado. No después de lo que le había hecho a Rajnik, incluso si Kaia fingía que no le importaba.

Ella cubrió su boca con una dura mano y en silencio le ordenó que no hiciera ruido, una letal amenaza en sus ojos cuando estuvo demasiado cerca de él. No le gustó nada. Pero Kaia estaba demasiado enojada para discutir, sus uñas clavándose en su piel.

Lorcan sabía desde hacía tiempo que la criada de Rajnik era un zorro. E incluso si al comienzo había sospechado de las verdaderas intenciones de la joven, incluso preocupado por lo descuidadamente que Rajnik bromeaba acerca de preferir tener al enemigo bajo su techo que fuera, donde no podría controlarlo, simplemente había dejado de preocuparse por la naturaleza de Kaia.

Eso no cambiaba el hecho de que la chica podría matarlo en un abrir y cerrar de ojos en la situación actual. Intentó dar un paso atrás, pero sus uñas se hundieron aun más. Kaia mostró sus dientes. Lorcan ponderó su espacio personal frente a su vida. No se sentía nada cómodo. Aun así, guardó silencio cuando escuchó las voces.

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