Capítulo 13

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Feliz sábado, zorritos!

Me gustaría tener una excusa creíble para mi desaparición, pero temo que la verdad es tan poco creíble como yo perdida en medio del desierto de Marrakesh con dromedarios. Loki se tomó demasiado literal mi pensamiento de "estoy escribiendo una historia en el desierto sin haber cruzado uno a pie... eso es un problema". Pero he regresado a la civilización, con la piel quemada y renovada tras un hammam tradicional marroquí, y de regreso a robar tiempo para poder seguir con esta loca aventura.

Intentaré subir otro capítulo pronto para compensar. Mientras tanto, me gustaría saber cómo andan viviendo esta nueva historia.

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final del cap!

Muchas gracias por seguir aquí.

Xoxo,

Sofi

PD: YA ESCUCHARON LO NUEVO DE FOB!? Estos chicos gritan por una historia.

***

Era lo suficientemente tarde como para decirle temprano. Nikka sintió pena por sus guardias, pero simplemente no podía dormir. No recordaba la última vez que lo había hecho. Así que vagó, descubriendo la Hermandad y sus secretos. O al menos, la parte del edificio por donde se le permitía caminar.

La biblioteca había sido inútil. Había tratado de seguir el consejo de Rajnik e informarse, pero sonaba más fácil de lo que realmente era. La mayoría de los libros que hablaban de salvajes eran demasiado viejos para confiar en ellos, y los más recientes solo describían la última guerra en el desierto que Nikka era demasiado joven para siquiera recordar.

En realidad, ella ni siquiera sabía que había habido una guerra cuando era solo una niña pequeña. Pero tenía sentido. El combate había tenido lugar en el desierto, humanos contra salvajes. Demasiado lejos de la Capital como para haber oído hablar de ella, demasiado lejos como para preocuparse.

Había otras anotaciones sobre el último enfrentamiento con salvajes. Diarios de cazadores que no habían dado demasiada información, tal vez porque Lorcan había compartido todo lo que sabían. O tal vez porque no había mucho que saber.

Los salvajes tenían poderes y se alimentaban de carne humana.

Los poderes de las Vasijas eran superiores y tenían un objeto para ayudarlos a canalizarlo, como los cristales ahora en su mano.

Los Gobernantes eran una sentencia de muerte.

Quizás la razón por la que no había tanta información era porque no había tiempo. Durante una pelea, era matar o morir. Los cazadores no se detenían a preguntar y los salvajes no dudaban en asesinar. Nikka tendría que aprender por sí misma, o seguir preguntando a los cazadores actuales hasta que alguno respondiera algo útil.

Y estaba el asunto de la familia. No le gustaba pensar en su madre y el manicomio, las enfermedades de la cabeza no tan tranquilas ni fáciles de tratar como las heridas o los males físicos. Nunca había conocido a su padre, y ahora temía la razón detrás. ¿Lo había sabido su madre?

—¿Están seguros de que no quieren al menos un vaso de agua? —Nikka miró a sus guardias por encima de su hombro—. Lo siento por ser una carga.

Silencio. Sería admirable cuan imperturbables resultaban, si no fuera por el horrible peso de la culpa sobre sus hombros. El duo no había hablado, ni comido, ni bebido, ni usado el baño. No le gustaba pensar en el último ya que no podía usarlo sola.

Los pasillos de piedra estaban vacíos, la mayoría de los habitantes durmiendo. Los cazadores podían decidir dormir en la Hermandad o en otro sitio, por lo que Nikka no se sorprendió cuando se encontró con un joven al que reconoció de la reunión de la mañana. Estaba segura de haber escuchado su nombre, pero el pánico le había impedido memorizar algo.

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