Capítulo 3

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Su plan era perfecto.

O al menos, eso pensaba.

Habían pasado semanas desde la noche en la que Jade había decidido decirle adiós a su monotonía, y darle la bienvenida a su nueva vida mientras surcaba los cielos.

O esa era su intención.

Ya apenas se relacionaba con nadie al estar tan ensimismade, tanto sus padres como sus hermanos habían sido un obstáculo para su huida. En primer lugar, recopiló todo tipo de manuales para estudiar detenidamente la conducción y mantenimiento de un barco volador. Se sabía la teoría a la perfección, no serían los primeros libros que se había leído, pero sí su última lectura le dejó un poco pensative, además de extrañade. Un libro llamado La Leyenda de los Primeros rompió todos sus esquemas. Siempre había visto a los tripulantes de los barcos voladores navegar entre los océanos de nubes tal y como había leído en los manuales anteriores a ese, pero aquel explicaba algo diferente.

«Un buen barco necesita materiales de calidad para surcar los cielos sin temor a que fallen los motores». Aquella frase era una obviedad, pero la siguiente le dejó algo tocade: «Aquel que logre montar en el Fénix Mecánico se convertirá en el rey de este amplio océano de nubes.»

¿El Fénix Mecánico?

Otra cosa que lo dejó fuera de lugar era que aquel nombre no se vió mencionado en ningún otro libro.

«Una fantasía», pensó «Solo un friki de las novelas de fantasía llamaría a su barco así».

Tras su corto periodo de estudio, empezaron a venir las ideas de construir uno propio. A Jade le entusiasmaba tener un barco hecho a mano, ya que eso significaba que todo su esfuerzo se vería reflejado en cada astilla. Pero había un problema, y era que no tenía conocimientos de carpintería. Sin embargo, su mente brillante jamás dejó a su cabeza tranquila. Si no podía construirse uno, entonces cogería uno «prestado». Ya lo devolvería en cuanto sus padres le dieran una disculpa.

Estaba segure de que le pondrían en busca y captura, le encontrarían deambulando por los cielos, le atraparían y le llevarían ante sus padres y estos, preocupados y arrepentidos, le pedirían perdón.

«Tienes mucha imaginación», se manifestó una voz en su cabeza.

Pero ya no había vuelta atrás.

Jade había ido a uno de los tantos barcos de mercancía que usaba su padre para enviar las especias de K'haem a los reinos y países de interés. Por suerte no había nadie cerca, solo unos guardias al fondo que desfilaban su ruta matutina.

Pudo trasladar algunas cosas a uno de los tantos camarotes que había dentro sin levantar sospechas, o eso creía. Estaba oscuro, la madera estaba apunto de partirse, y los cuadros que lo adornaban estaban cubiertos de polvo y telarañas. Se notaba que aquel barco llevaba tiempo sin usarse como barco de ocio. En cierto modo, le extrañaba que su padre lo tuviese en el aeropuerto como exposición, pero era una oportunidad perfecta para ejecutar su plan.

—Espero que las arañas sean simpáticas y me dejen compartir camarote con ellas —bromeó tratando de mantener a raya su aracnofobia. La idea de que alguna podría presentarse a la noche mientras dormía le provocaba escalofríos.

Dejó la mochila en la cama de sábanas amarillentas y la abrió. De ella sacó un marco con una foto de sus hermanos. La colocó en la mesita de noche y la miró durante unos segundos.

—Me apena tener que alejarme de vosotros, Yamir y Shaila...

«A no ser... ¿Por qué no los invitas a navegar contigo? Les dices que será un paseito y después les sueltas cualquier excusa. Aunque... ¿Eso no sería un secuestro?»

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora