Capítulo 12

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Jade suspiró de alivio. Habían podido volver al Vendaval sin muchos problemas.

Era cierto que había sido una completa locura. De todas las personas que podrían proponerle un plan como volver a robar un barco de origen extrañamente desconocido que, por alguna razón, pertenecía a su padre, jamás se hubiera imaginado que fuese su hermano. En la huída lo había visto desesperado, como si estuviera huyendo de algún tipo de fuerza imaginaria que lo perseguía y no pararía hasta alcanzarlo. La velocidad a la que había agarrado a su hermana en cuanto entró en su habitación le había incluso asustado. Parecía que había un peligro real. Uno que no era capaz de ver, pero sí de notar.

Ahora allí arriba, él estaba ayudando a Simon a mantenerse en pie después de haber pasado días y noches encarcelado en una celda oscura, cuya única luz que emanaba eran las de las lámparas de la pared. Los verdosos ojos del muchacho se acostumbraban de nuevo a la luz del sol, y Yamir, atento a todos sus movimientos, lo estaba cuidando como si se tratase de un hermano más.

Jade y Shaila se preguntaban: «¿Desde cuando eran tan cercanos?». Sabían que Yamir lo visitaba de vez en cuando. Además, había sido el único de los tres que bajaba a verlo. Jade se sentía un poco mal por no haber hecho lo mismo. Había estado tan ocupade y sumide en sus propios pensamientos y sacando sus propias teorías que había olvidado que había más gente alrededor aparte de sus hermanos.

También empezaba a arrepentirse de haberle perdido a Eric tal favor. Pero tenía esperanza de que iba a cumplir su palabra. Su amigo, aunque estuviera «chapado a la antigua», era una persona leal. Por eso confiaba tanto en él, porque aparte de ser su primer amigo, nunca había fallado con su palabra.

Otra que se comportaba de manera diferente era su hermana. Apenas había podido hablar con ella tras haberla encontrado con la prometida de su amigo, Elizabeth. Solo vio que ambas estaban sentadas en la cama, una al lado de la otra, y con las mejillas algo rosadas. Podía olerse lo que había pasado, pero dudaba de que Shaila hubiera cedido a hacer algo con ella teniendo eso tan reciente.

Le hizo una señal a su hermana para que se acercase al timón.

—Shaila, ¿puedes venir?

La princesa dio un par de zancadas hasta quedar al lado de elle.

—¿Sí?

—Oye, tú y la prometida de Eric, ya sabes... —Guiñó un ojo.

—¿Qué pasa? —Ladeó la cabeza, dubitativa.

—Ya sabes. Pregunto si ella y tú... habéis... —Soltó un momento el timón para hacer un gesto obsceno con las manos. En concreto, el dedo índice pasando por el agujero que había creado con el pulgar y el índice de su otra mano.

—No —contestó seria. Jade se tensó, empezando a sentirse mal dicha insinuación—. Solo nos besamos. Ella no me dejó... ya sabes, ir más allá.

—¿Por qué?

—Porque notaba que una caricia de más me tensaba. Yo pensaba que no iba a pasar. Ya sabes, ella es una mujer y los otros dos hijos del demonio eran hombres.

Jade suspiró, volviendo a posar sus manos en el timón.

—No tiene nada que ver, Shaila. Es un acto reflejo que tiene tu cuerpo. No te presiones demasiado.

—¿Eso quiere decir que voy a estar así siempre?

Su hermane negó.

—No, para nada. Por suerte, yo no he vivido eso en mis propios huesos, pero he oído testimonios de algunas personas que sí y sé que no durará para siempre. Solo date tiempo, y si ves que te sientes preparada, prueba a intentarlo de nuevo.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora