Capítulo 29

4 2 0
                                    

El barco logró desplazarse unos metros antes de que el Fénix lanzara su ataque. Aquel rayo apenas rozó las velas, y menos mal, porque juzgando por la potencia, podría destruir un edificio entero en cuestión de segundos.

La Máquina estaba girando sobre sí misma con intenciones de huir del combate.

Kiran, que todavía estaba en cubierta rodeado de los piratas ahogados por el pánico, donde muchos de ellos habían estado apunto de tomar medidas desesperadas como saltar de la cubierta, y otros que habían corrido hacia el interior para esconderse en los camarotes, tomó aire y gritó:

—¡Que no cunda el pánico! ¡No quiere luchar con nosotros! —Una vez captada la atención de algunos piratas de su alrededor, frunció el ceño y, decidido, ordenó como si aquellas personas estuvieran a su merced—. Dad media vuelta. Ya tenemos su localización y no podemos permitirnos cargar con más muerte a nuestras espaldas.

Varias miradas dubitativas y llenas de rabia se posaron sobre él. Algunos piratas se preguntaban quién era él para mandar, que el jefe era Nasra, y que nadie a excepción de él tenía el derecho de darles órdenes. Otros obedecieron y corrieron hacia el interior para comunicar tanto al timonel como a los que trabajaban dentro del motor el nuevo plan. El lord miró a aquellos que se habían quedado parados, y trató de mostrar dominancia enseñando un poco los dientes y gritó:

—¿Acaso queréis morir? ¡Venga! ¡Rápido!

Como respuesta, obtuvo un gruñido por parte de uno de los piratas antes de desaparecer de su vista. Al menos, era eso y no una puñalada como podría haberse ganado por exponerse de tal manera ante un grupo tan hostil.

El lord sabía aprovechar este tipo de situaciones donde el terror invadía el ambiente. Él sabía que ellos actuarían como si fuesen pequeños animales que estaban viendo a la misma parca con sus propios ojos. Y, por supuesto, nadie quería morir. No conocía las motivaciones de los piratas que los mantenían con vida, pero alguna tendrían si continuaban luchando: una familia, un amante, o incluso el propio orgullo que no les permitía tomar una vía rápida de escape.

Kiran se colocó bien las gafas y volvió a mirar en dirección al Fénix, cada vez más alejado de ellos, y sonrió al ver a una de sus gaviotas volar cerca de él. Alzó la mano para llamarla y el ave se acercó hasta posarse sobre su hombro. El plumaje parecía tan real que nadie diría que en realidad estos pájaros los habían fabricado de cobre y hierro. Sus ojos, que escondían una cámara, habían captado todo lo ocurrido. Desde el asalto, la aparición del Fénix hasta la huida.

—¿Has podido captar lo que hay dentro? —murmuró, colocando un dedo sobre el pico del animal mecánico—. Vuela hacia K'haem y enséñale al rey lo que has visto. Creo que servirá.

«Espero», pensó para sí mientras observaba como la gaviota alzaba el vuelo y se perdía entre las nubes y el humo que había dejado el Fénix en la huída. Si aquella Máquina seguía un patrón, entonces dudaba de que se fuese a alejar del Mar de Niebla. Podría tener consciencia propia, y tal vez tenía programado que pudiera «sentir» las emociones primarias y era esa la explicación de su huída. ¿Sentirían lo mismo las Máquinas que se hallaban dentro de él? De lo poco que había podido ver a través de las ventanas del Fénix, algunas parecían estar enfadadas, y otras habían perdido completamente la cordura.

—Oye, gracias —dijo una voz femenina y rasgada que se había presentado detrás de él—. Tienes pinta de ser un parguela, pero nos has salvado. Si fuese por nosotros, hubiéramos atacado. El jefe no nos dijo nada de que esa cosa pudiera matarnos.

—¿No os informó de lo peligroso que es? —preguntó el lord, tratando de hacerse el sorprendido—. Fue un arma letal en la Guerra de los Reinos.

La joven lo miró con desconfianza.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora