Capítulo 34

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—¿Rajat Kumari? ¿Qué significa todo esto?

Jade limpió las gotas de sudor que caían sobre su frente mientras miraba con mucha confusión a Simon y a Shaila. Quería pensar que ellos también habían oído su voz y que aquello no había sido fruto de su imaginación. La situación era cada vez más surrealista, y cualquiera perdería la cordura.

—Vosotros también lo habéis escuchado, ¿verdad? —Quiso confirmar, sintiéndose algo más aliviade cuando ambos asintieron con la mirada clavada en elle.

—¿Y qué coño significa? ¿Va a hacer volar en mil pedazos a este cacharro? —bramó Simon, también desesperado.

—No lo sé, pero de lo que sí estoy segura es que era una amenaza.

El Fénix Mecánico volvió a temblar, haciendo que tanto Jade como Shaila y Simon se tambaleasen y buscasen un apoyo del que sostenerse en la pared. A los segundos cesó hasta que volvió a desaparecer.

—Jade, tenemos que salir de aquí. —Shaila le agarró del brazo y tiró de elle hacia la puerta de donde habían venido—. Tengo un mal presentimiento.

—¿Y dejamos que papá siga destruyendo al Fénix con sus Máquinas?

Algo de lo que no se habían dado cuenta, era que desde que la voz de Rajat se había pronunciado no se había escuchado ni un solo ruido proveniente de las Máquinas. No había pisadas, golpes ni gritos. Estaba todo en completo silencio.

Salieron del pasillo para volver a la habitación donde antes estaban las Máquinas, y vieron que todas se habían quedado petrificadas. Ni siquiera hacían el ademán para levantar una extremidad. El tiempo se había congelado dentro del Fénix para todo el mundo, a excepción de ellos. Simon miró a su alrededor, buscando alguna pista sobre los piratas que habían entrado a combatir, pero tampoco vio a nadie.

Pasó un rato hasta que las Máquinas del Fénix volvieran a moverse, pero estas no hicieron nada más que correr hacia el interior de la Máquina mientras que las del rey permanecían inmóviles.

Tenían dos opciones y tenían que decidir rápido qué hacer: salir de allí, o ir al interior del Fénix para seguir a las Máquinas. Los tres se miraron fijamente. Jade agarró con una mano la de Shaila y con la otra la de Simon, y apretó con fuerza.

—¿Confiáis en mí?

—¿En qué estás pensando? —preguntó Simon, arqueando una ceja.

—No lo pensarás en serio —Se adelantó Shaila, que, conociendo a su hermane, tenía la corazonada de que escogería la peor opción.

—Sí, es justo lo que estás pensando. Vosotros salid de aquí. Fui yo quien os metió en este lío a Yamir y a ti, y yo voy a ser quien pague con las consecuencias.

—¿De verdad piensas en ir con ellas? —gritó Simon, apretando la mano de Jade con intención de no soltarle.

Jade miró al suelo, acariciando los dedos de ambos y asintió lentamente.

—Es un suicidio, Jade.

A Shaila se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas, dejando a más de una acariciar sus mejillas.

—No lo voy a repetir. Hacedme caso, por favor —suplicó, arrugando la nariz.

—Jade Kumari, como no salgas vive de aquí, juro por todos los Dioses que jamás te perdonaré, ¿me entiendes?

Jade iba a responder, pero el abrazo de Shaila le interrumpió. No dudó en apretarla contra su cuerpo con fuerza, alzando un brazo para atraer a Simon y abrazarlo también. En cuanto se separaron, los empujó un poco e, insistiendo con la cabeza para que salieran, dio pasos hacia atrás para adentrarse en el Fénix.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora