Capítulo 31

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Al final, la confusión fue solo eso: un momento de apenas lucidez.

Después de que Simon investigase un poco la habitación y se mirase tanto a sí mismo en un espejo polvoriento como a los demás fue cuando poco a poco reconoció a las caras presentes.

—Vale, sí —murmuró Simon, mirando a Jade mientras este sonreía forzosamente—. Tú eres... Jade. Sí, me suenas. Eres uno de los príncipes de K'haem. Le más joven, si no recuerdo mal. —Sus ojos se giraron hacia Shaila, que al contrario que su hermane, ella no se molestaba en fingir una sonrisa—. Y tú eres la princesa, la mediana.

Simon hizo una pequeña reverencia, aunque no entendía muy bien por qué lo hacía.

—¿Nasra os ha contratado para algo? ¿Tenéis alguna reunión con él?

Jade, que por un momento pensó que quedaría un rayito de esperanza, sintió cómo se esfumaba en cuestión de segundos. Sí, él los había reconocido pero no de la forma que esperaba. Era de cultura general saber quiénes tenían el poder en cada región del mundo. En Baìshrich, era el príncipe Eric Cavendish quien estaba destinado a heredar el trono. Aquel reino era mundialmente conocido por sus avances en la tecnología. La energía a vapor era la que movía todas sus ciudades. En K'haem, quién iba a heredar el trono era Yamir Kumari, y el reino era conocido por ser una antítesis al país con el que estaba aliado. Mientras Baìshrich presentaba sus ciudades llenas de coches, cuyo humo teñía el cielo y cuyas plantas eran meramente decorativas con apenas verdaderos arbustos sembrado en los jardines; K'haem lo hacía llenando sus calles con jazmines blancos, flores de loto en los estanques donde también nadaban los peces koi, caléndulas de varios colores, y rosas y orquídeas que adornaban la mayoría de las casas de los nobles. En la periferia del reino, habían espacios donde se plantaban varias higueras de Bengala que usaban los habitantes como lugar de purificación. Según decían los oradores, aquel era el lugar perfecto para rezar.

—¿Y bien? —insistió, arqueando una ceja.

—Es una larga historia —suspiró Shaila—. ¿No te acuerdas de nada más?

—¿De qué me tendría que acordar yo? ¿Acaso estaba yo a cargo de vosotros? —Simon miró hacia la pequeña, que seguía sentada en la cama—. ¿Y ella? ¿Quién es esa niña?

—Valeria —contestó ella antes de que los hermanos pudieran decir algo.

—¿Es pariente vuestro? Os parecéis un poco, aunque ella tiene los ojos más claros.

—Simon —pronunció Shaila para llamar su atención—. ¿De verdad no te acuerdas de nada? ¿No te acuerdas de lo que le pasó a Yamir?

—¿Yamir? —repitió, llevándose una mano a la cabeza—. ¿El príncipe heredero? Apenas sé algo de él. —Se encogió de hombros, aunque sintió una pequeña punzada tras pronunciar su nombre.

—Fue en el Fénix Mecánico. Él te protegió y... —El tono de voz fue apagándose a medida que hablaba. Era inútil. Simon escuchaba todo aquello como si fuese la primera vez.

—¿Él me protegió a mí? ¿De qué?

No le sonaba de nada lo que estaba escuchando. El nombre del príncipe y la mención del Fénix se le estancaba en la memoria. Sintió varias punzadas más, menos soportables que la primera, e hizo una mueca.

—¿Podemos hablar con Nasra sobre todo esto?

—Nasra... él ya no está con nosotros —anunció Jade, observando cómo a Simon se le abrían los ojos de la sorpresa y comenzaba a ponerse nervioso. Lo notaba por las manos, que estaba empezando a frotarlas sin seguir un patrón y una de sus piernas se movía involuntariamente—. Han pasado muchas cosas y no recuerdas nada, pero estamos aquí para ayudarte y...

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora