Capítulo 23

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Los días pasaban y la estancia en el barco de Kiran parecía durar una eternidad. Los príncipes no habían tardado mucho en preguntarle a dónde se dirigían, y el lord tuvo que mentirles contestando que volverían a K'haem, que su padre lo había enviado en su búsqueda —que, eso en concreto no era mentira, pero no iban a volver a su reino— y ellos, a excepción de Jade, estuvieron de acuerdo y aceptaron su destino. Le príncipe, por una parte, todavía quería saciar su curiosidad, saber la historia de su familia que todavía no estaba escrita, conocer más sobre el Fénix Mecánico y, a poder ser, verlo en persona. Aquello último era más como un sueño frustrado, pero después de todo lo que habían pasado, mucho era que seguían con vida por culpa de un capricho.

Jade, en realidad, no estaba para nada orgullose de su travesía. Todo empezó por querer vengarse de su padre y demostrarle que era elle quien tenía las riendas de su vida. Su plan, para empezar, era perderse entre el mar de nubes unos días y volver al reino. Quería demostrar que ansiaba la libertad, que podría escapar de aquella jaula dorada cuando quisiera. Siempre decía que la vida le había dado unas alas y que era una pena no echar a volar.

Los piratas, la huída, el atentado. Pensaba en Yamir, y en cómo se había sentido cuando decidió huir del reino volviendo a coger un barco. Nunca le había preguntado el motivo, pero sospechaba que era por Simon. Yamir se había dado cuenta de lo injustas que eran las normas del reino y había actuado en consecuencia. Jade también quería ayudar a Simon, pero pensó que tras el interrogatorio lo dejarían salir de las celdas.

Pensó en buscarlo y pedirle perdón por todo, pero cuando los veía a los dos, no era capaz de acercarse para hablar de ello.

Shaila, a pesar de quedarse satisfecha con la idea de volver a casa, seguía preocupada por la menor. No había día que no pasase en la enfermería al lado de ella esperando su despertar. Rezaba a todos los Dioses para que lo hiciera, pero día que pasaba, día que perdía un poco más la esperanza. Había momentos en el que su pulso se alteraba y tenían que intervenir los médicos para regular el nivel de oxígeno o pinchar morfina. La princesa pensaba que podría estar sufriendo pesadillas sobre el atentado, o reviviendo algún que otro acontecimiento de la vida que había tenido hasta entonces. Ella también sufría picos de ansiedad. Por desgracia, en esos momentos tan delicados también aparecían los pensamientos que la atormentaban, e incluso podía oír las voces de los piratas del Rorcual. Otras veces sentía que estaba viviendo en un sueño, y que lo que estaba viendo no era real. Para ella, volver a la realidad le suponía un reto, y agradecía el apoyo y compañía de los chicos para volver a sentirse viva.

¿Cuánto había pasado desde entonces? Había perdido la noción del tiempo, y cuando preguntaba le contestaban que más de un mes, casi dos.

—Necesito despertar de esta pesadilla —murmuraba para sí.

Uno de sus dedos pasó por un oscuro mechón de pelo de la niña, recorriendo su mejilla posteriormente.

—Ojalá todo salga bien —suspiró—. En cuanto lleguemos a K'haem, me encargaré personalmente de encontrarte una familia.

En cuanto pronunció la última palabra, sintió un pinchazo en el lumbar. Ya llevaba días sintiendo ese dolor, además de un cansancio extremo, pero eso último lo achacaba a que había estado durmiendo en un sillón y no en una cama como acostumbraba. En ocasiones le dolía el estómago y tenía náuseas.

Decidió abandonar la sala y subir a cubierta a tomar el aire. Fuera estaban Yamir y Simon, mirando el horizonte y hablando entre ellos.

—Esa nube tiene forma de cangrejo. —señaló Yamir esbozando una de sus deslumbrantes sonrisas.

—¿Dónde ves el cangrejo? Yo veo un calamar —respondió Simon, haciendo señas en el aire dibujando los tentáculos—. No será que echas de menos comer cangrejo, ¿verdad?

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora