Capítulo 15

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Para los Kumari, los días podrían haber pasado más rápido, pero el paso del tiempo no estaba a su favor. Depender de manos ajenas para, por ejemplo, comer o satisfacer otras necesidades básicas no era algo que estuviese entre los planes de los piratas, y ni mucho menos de los hermanos. No obstante, fue Simon quien pidió que así fuese. Al capitán no le hacía gracia mantener a unos prisioneros en buenas condiciones; él opinaba que se les debían mantener con lo mínimo: con un trozo de pan duro de hacía días y agua pasada. Por mucho que el muchacho le dijese que ellos no sabían nada del Fénix Mecánico, y que había sido casualidad que encontrasen tanto el mapa como los documentos dentro del barco, él tenía el presentimiento de que había algo oculto en las palabras de su subordinado.

—Espero que no me estés mintiendo —decía el capitán sin apartar la mirada de él—. Ya sabes qué hacemos con los que incumplen las normas, ¿verdad?

Una de las manos agarraba su barbilla y lo obligaba a mantener el contacto visual.

—Sí —asentía, tragando saliva. Él lo hacía, mantenía la mirada hasta que el propio capitán lo apartaba.

—Pues juro por mí, Nasra, capitán del Rorcual, que como llegue a mis oídos que estás mintiendo o dándome información falsa, te voy a borrar del mapa de forma que nada ni nadie sería capaz de encontrar tu cuerpo.

Y así era, Nasra amenazaba día sí y día también, y las noches en las que se emborrachaba le dedicaba a Simon alguna que otra mirada de advertencia. El capitán iba en serio, y era la primera vez que lo veía tan dispuesto en cumplir con su palabra. Él diría que lo ansiaba, que quería que diese un paso en falso para tener la oportunidad de matarlo.

Pensaba: ¿Qué sentido tenía entonces mantenerlo dentro de la tripulación? Tal vez esperaba tener más información del Fénix. Buscar a una leyenda no era tarea fácil, más si se trataba de una Máquina que deambulaba por los cielos sin dejar una sola pista.

Por lógica, si esa cosa seguía «viva» tendrían que haber noticias de ella. ¿Por qué entonces los piratas, u otras personas lo buscaban? ¿Qué tan poderosa era en realidad?

Simon desconocía aquella información. Su única prioridad ahora mismo era sobrevivir y mantener a los hermanos vivos. Ellos le dieron una oportunidad sin cuestionar su pasado, y él estaba profundamente agradecido por ello. Algo que aprendió en su estancia en el Rorcual era que tu tripulación era tu familia, y los Kumari se habían convertido en la suya.

Sin embargo, actuar como doble espía le estaba costando caro. Apenas tenía tiempo para poder gestionar sus propias emociones. Cuando se encontraba solo, lloraba sin parar. No podía hacerlo delante de los tripulantes del Rorcual ni de los hermanos. Se clavaba sus propias uñas en la manos, con rabia, y se mordía el labio hasta hacer brotar la sangre. Nadie le llamaba la atención, a excepción de uno de los príncipes. Yamir se daba cuenta de su estado, y en más de una ocasión abrió la boca con intenciones de preguntarle de dónde aparecían esos arañazos, y por qué tenía los labios tan agrietados. Él imaginaba que cogía peso, o que se chocaba con los viejos muebles de la base, y que no bebía la suficiente cantidad de agua.

Pero la verdad era otra, y Simon la ocultaba, pero los ojos de Shaila y de Jade le decían que no lo creían, que había algo más que un simple trabajo.

—Hoy es el cumpleaños del capitán —murmuró.

—Eso quiere decir que no podremos dormir —suspiró Jade.

—¿Lo único que te importa es poder dormir? —bufó Yamir.

—No dormimos bien de todas formas —contestó Shaila—. ¿Cómo llevas el plan, Simon?

—Lo llevo. Sabéis que esto es complicado. Cada vez reclaman más mi presencia.

—Lo noté. —Ella tampoco quería preguntar demasiado. Podía notar la incomodidad del muchacho cada vez hablaba. Suponía que él sabía que ella se había dado cuenta de su estado actual.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora