Capítulo 26

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Habían pasado los segundos más tensos que experimentaron en mucho tiempo. Las Máquinas no habían tardado en girarse y clavar la mirada en los dos piratas y el capitán. La orden era simple, un verbo en imperativo que parecían entender a la perfección.

El silencio se rompió cuando se escuchó a una de ellas dar un paso hacia donde estaban sus adversarios. Las demás la imitaron, estirando los brazos con intención de agarrarlos. Los dos piratas con los que iba el capitán dieron unos pasos hacia atrás por cada uno que daban las Máquinas. Nasra, atónito, no se había dado cuenta del peligro que corrían hasta que una de las Máquinas lo cogió del brazo y levantó el puño. El hombre le dio una patada en el estómago para alejarla.

—¡Seréis hijos de puta! —bramó, dándose la vuelta para salir corriendo.

Otra Máquina lo agarró y tiró de él, pero el capitán fue más rápido y sacó de uno de los bolsillos del abrigo una pistola para incrustar una bala entre los ojos a su agresor.

La Máquina dio un traspiés y cayó al suelo con un agujero donde salían pequeñas chispas.

Una menos, o eso pensaba.

No había servido de nada. Había abatido, por suerte, a una de las tantas que se le estaban echando encima a él y a los dos de su tripulación. Ellos habían salido y se habían perdido entre las tantas salas que había en los pasillos.

Todas las Máquinas salieron tras él a una velocidad moderada. El peso de sus cuerpos no le permitían correr tanto como un ser humano vivo. Aquello suponía una ventaja para Nasra, que mientras corría trataba de recordar el camino de vuelta.

Pero le era imposible pensar; sala por la que pasaba, sala de la que salía una de las tantas Máquinas que iban a por él. Tal vez tenía una oportunidad de sobrevivir. Si esas Máquinas obedecían de manera literal las órdenes del heredero de los Kumari, tal vez no lo matarían. Tal vez, si fingía su muerte, sobreviviría.

El miedo nublaba sus pensamientos, y cuando se dio cuenta era demasiado tarde. Había corrido a tal velocidad sin mirar hacia dónde iba que se había desviado completamente de la salida. Nasra paró un segundo, mirando hacia atrás, viendo cómo las Máquinas le pisaban los talones. Miró hacia delante, a través aquellos laberínticos pasillos que parecían ser interminables.

Estaba perdido.

No podía pensar. No era capaz de trazar ningún plan de escape. Del abrigo, sacó otra pistola y con ambas manos apuntó y disparó a la manada de Máquinas que estaba a punto de pillarlo. Algunas balas las ralentizaban, y muy pocas les atravesaban la sien. Por mucho que abatiera a algunas de ellas, aquello no parecía tener un fin.

Aquel intento de sobrevivir terminó cuando una mano agarró y clavó los dedos en el hombro del capitán. La Máquina rasgó la tela del abrigo y atravesó las capas de ropa hasta llegar a la piel. La sangre comenzó a brotar y Nasra ahogó un gemido doloroso. La tenía enfrente, y lo miraba con ojos fríos carente de emociones, propio de un autómata. Las demás lo rodearon y se abalanzaron contra él.

Una gran cantidad de lágrimas acariciaban sus mejillas por última vez. Su campo de visión se estaba tiñendo de negro y cada vez sentía menos dolor cuando las Máquinas metían la mano dentro de su cuerpo.

***

Simon estaba con los ojos cerrados echado sobre los brazos de Yamir. Jade y Shaila se habían quedado paralizados y no se atrevieron a mirar hasta que una de las Máquinas que había salido corriendo detrás del capitán y los piratas se asomó de nuevo a la sala.

Esta parecía estar intacta, sin ningún rasguño presente a simple vista. Detrás de ella apareció otra, con una abolladura en el hombro, signo de un disparo. Poco a poco la sala se fue llenando de todas ellas.

Mar de Niebla (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora