Capítulo 4: Puto Patológico

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Capítulo 4: Puto Patológico

Me volteó hacia él con una fuerza increíble, choqué contra su pecho y alcé la vista hacia sus ojos avellanas, ya no me veía de manera lujuriosa o simpática como venía estado haciendo toda la velada, ahora me veía de manera profunda, confusa, las gotas de agua se escurrían por su cabello oscuro al igual que su traje empapado como si de repente se hubiera metido a una ducha.

No me sentía ni un poco mal por haberle echado el agua encima, me parecía una completa falta de respeto lo que hizo con la mesera.

—Oye, ¿pero qué ocurre? —preguntó como si fuera inocente de todos los crímenes.

Me solté de su agarre pero no le quité la mirada de encima.

—Estabas coqueteando con la mesera —lo acusé.

Él pestañeó un par de veces, como si eso no fuera suficiente justificación de mi mal genio por echar agua como si todo fuera un carnaval.

—Dijiste que saliera del personaje —soltó.

Claro que se lo dije, pero no creí que eso le daría pie para coquetear con la mesera en mis narices y la mirara como me miró a mí, pensarlo me ponía furiosa.

—¿Entonces eres un perro que mira con lascivia a cualquier mujer? —solté.

Él pestañeó un par de veces y entonces alzando una ceja estiró sus labios en una leve sonrisa.

—Oh... ya entiendo.

Lo miré con interés.

—¿Qué entiendes?

—Que estás celosa.

¿Celosa?

¿Por él?

Me reí histérica.

—No lo estoy —repliqué casi ofendida.

Pero entonces... ¿por qué me molestó tanto lo que hizo? hirió mi ego que mirara a esa mujer como venía estado mirándome a mí toda la noche.

Dionisio dio un paso hacia mí.

—Entonces si no estas celosa —lo pensó por un momento—, eres una lesbiana loca.

¿Qué?

Lo miré incrédula por lo que dijo y pestañee un par de veces.

—¿Lesbiana loca? —repetí, el muy descarado de Dionisio afirmó con la cabeza sin arrepentirse de lo que me estaba diciendo.

Gruñí enfadada y lo abofetee, la palmada resonando en el lugar, los dedos marcándose en su piel pálida.

Él pareció espabilarse pestañeando varias veces incrédulo y volvió a mirarme.

—Auh... —susurró Dionisio como si quisiera que me enterara que le dolió.

—Espero te duela la cachetada de esta lesbiana loca —repliqué.

Él pasó una mano por su piel y negó con la cabeza.

—Perdón —dijo—, sé que no debí coquetearle, pero dijiste que saliera del personaje, y sí, lo siento, pero me gustan las mujeres...

¿Entonces era cierto? ¿era así con todas?

—¿Todas? —pregunté alzando ambas cejas.

—Todas. —afirmó.

Era un hombre con problemas de compromiso.

—Entonces eres un puto patológico —repliqué.

—Escucha, sí, soy un poco puto —aceptó—, pero tú eres lesbiana, si esto es solo un trato, no tienes por qué molestarte.

No debería molestarme.

Pero realmente me molestaba pensar en que si él no me respetó la cara dentro del restaurante, mucho menos lo iba a hacer con mi familia y terminaría follándose hasta a mi propia madre en mis narices.

Le giré los ojos molesta.

—¿Te follarías a mi madre? —le pregunté.

Él frunció el ceño.

—¿Cómo dices?

Di un paso hacia él acortando el espacio entre los dos.

—Si mi madre tuviera un cuerpo de infarto y fuera enteramente sexy, ¿te la follarías si tuvieras la oportunidad?

Él pestañeó un par de veces como si quisiera saber si era una pregunta ficticia o real.

—¿La verdad? —preguntó.

—Sí. —dije entrecerrando los ojos.

Él se encogió de hombros.

—Probablemente.

¡Ah!

¡Descarado!

—Púdrete, me volví loca al proponerte esto —solté volteándome y empezando a caminar fúrica.

Él me mostró el papel en su mano que ya había firmado con los términos y condiciones.

—¿Y el contrato? —preguntó a mis espaldas.

—¡Quémalo! —grité y salí corriendo antes de que la desastrosa noche empeorara.

Que desastre.

****

Al llegar a casa me fui a preparar un té caliente, ¿pero qué había hecho? Mi primera propuesta que podía salvar mi vida de todas las putas deudas con alguien que estaba dispuesto a hacerlo y entonces solo lo eché a la borda por completos celos.

Pero, joder, este hombre me dejó claro que se follaría a mi madre si estaba buena, ¡qué hijo de puta!

Ya vendría otro que no fuera un puto patológico... solo tenía que tener paciencia.

Tocaron el timbre me sobresalté asustándome.

Apagué la estufa, y me acerqué a la puerta principal tomando un bate que se encontraba a un lado de la puerta, me asomé por el picaporte.

Uhm, no había nadie.

Abrí con cautela y vi mi correo en el suelo.

«Solo es el correo paranoica».

A veces se me olvidaba retirarlo de la recepción y mi bandeja estaba tan llena que me lo dejaban en mi puerta.

Suspiré metiéndolo, los coloqué sobre la mesa, fui a hacerme el té y entonces me senté para revisarlo con paciencia. Tomé uno que era de color rojo algo confundida.

Nunca me había llegado un sobre rojo.

Cuando lo abrí y pasé los ojos por encima, dejé de respirar y palidecí.

¿Una demanda?

Seguí paseando mis ojos por el papel y vi que se trataba de una demanda por incumplimiento de contrato y que debía de asistir mañana por la mañana a tribunales.

«¿Contrato? ¿pero qué contrato?»

Bajé la mirada al final de la hoja y la boca se me desencajó al ver que el que me estaba demandado era Dionisio Parker.

El hijo de puta de la cita ciegas me estaba demandando por incumplimiento del contrato que yo le hice firmar.

Mi rostro enrojeció y arrugué la hoja en mi mano ese hijo de puta, me iba a escuchar.

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Jajajjsnjsnjsnjsn espero les guste, aquí se ve un poco más de la personalidad de Dionisio Parker, un poco más terrible que el mismo Hades Parker pero con más sentido del humor :D

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Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora