Capítulo 45: El restaurante

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Capítulo 45: El restaurante

Mildred Halt

Oficialmente habían pasado 3 días desde la boda, y exactamente 3 días donde no le había respondido a Tiara ninguna llamada o algún mensaje, porque a pesar de que seguía siendo mi novia, sentía que traicionaba a Dionisio y lo que teníamos.

No encontraba cómo terminarle, pero de algo estaba segura, cada día que pasaba más me enamoraba de Dionisio y lo dulce que era conmigo, era verdaderamente la persona más paciente que había conocido en mi vida, sencilla, dulce y siempre parecía estar buen humor... en especial cada mañana que me llenaba de éxtasis al despertar, definitivamente amanecer con Dionisio cada mañana era estar con energía todo el resto del día y con un excelente humor tras un excelente polvo.

Era de tarde, había dormido un poco, últimamente con el bebé sentía que me cansaba más de lo normal y tenía mucho sueño todo el tiempo. Bajé las escaleras hacia la cocina cuando escuché y me sorprendí al ver a mis padres y al señor Angel Parker, el padre de Dionisio, todos en la sala, conocía al papá de Angel por algunas veces que Dionisio habló con él por teléfono, pero no lo había conocido personalmente.

Saludé a mis papás y luego al señor Angel, podía ver de donde Dionisio había sacado su belleza, el señor Angel Parker era bastante guapo.

— ¿Qué ocurre aquí? —pregunté luego de un momento sin comprender qué era lo que hacían todos aquí.

—Me encontré a tus padres de regreso del trabajo y pensé en invitar también a mi papá para que todos vayamos a cenar —dijo Dionisio—. ¿Qué dices?

Oh, bueno, nunca a mi se me hubiera ocurrido, pero parecía una buena idea.

—Me parece bien. —dije.

Me fui a cambiar a algo sencillo; un vestido suelto de color beige con zapatos bajos, ayudé a Emiliana a vestirse con también un vestido color azul que resaltaba sus ojos y la maquillé un poco. Fuimos a un restaurante muy cercano, era de comida árabe. Estábamos realmente distraídos y pasándola bien cuando fui al baño y mi mamá me acompañó.

—¿Y qué ha pasado con Angélica? —pregunté.

Mi madre se secó las manos y giró los ojos.

—Se fue de la casa después de lo de la boda —suspiró—, no hemos vuelto a saber de ella y realmente ya me tenía harta sus actitudes, ni siquiera te las toleré a ti, mucho menos a alguien que no es mi hija.

—¿Y a donde fue?

—No lo sé, no he sabido más nada de ella, sus mamá me dijo que pasó por allá, así que dejaré que sea ella la que se ocupe de su hija.

Bueno, me alegraba que mi madre se quitara ese peso de encima, sin embargo aún me preocupaba aun poco Angelica, su actitudes no eran de una persona normal.

Cuando volvimos a sentarnos empezamos a comer, todos hablando entre nosotros disfrutando de la musica en vivo, cuando de la nada alguien me echó una bebida encima, me sobresalté cuando me voltee sin comprender qué era lo que ocurría.

—¡ERES UNA PUTA!

La voz de Tiara me hizo quedar en shock mientras se hacía un silencio sepulcral en el restaurante. Dionisio se levantó y se colocó frente de mí para enfrentarse a Tiara, ella alzó la vista hacia él observando lo alto que era, su rostro había enrojecido notablemente.

—No vuelvas a hacer eso —dijo Dionisio—, ni mucho menos en llamarla como lo hiciste.

—Quítate del medio. —le soltó Tiara— ¡Esto es entre ella y yo! ¡¿Como pudiste engañarme, Mildred?!

—¿Pero qué significa esto? —dijo mi madre levantándose.

—¿Qué significa? —dijo Tiara— Que su hija tenía una relación conmigo y se casó con otro.

Tragué pesadamente saliva, quería que me tragara la tierra ahora mismo.

—Entonces vete, ¿no ves que sobras? —replicó mi madre en su mismo tono despectivo. Mi padre y el señor Angel miraban con atención sin decir nada, Emiliana parecía tener los ojos cuadrados.

—Mildred —susurró Tiara—, ¿en serio?

Al ver que la miré sin responder, ella se dio la vuelta y salió del restaurante.

Apreté los labios, sí, ya no la amaba pero, por mi culpa ella vino aquí a hacer el ridículo, por mi culpa ella estaba con el corazón roto.

—Dejame hablar con ella. —susurré a Dionisio levantándome de mi asiento mientras me limpiaba con una servilleta las gotas que me empapaban y salí detrás de ella.

—Tiara.

La llamé cuando salí del restaurante, ella estaba debajo de un poste con el teléfono en el oído, cuando me miró colgó y se volteó hacia mí, sus ojos lleno de lágrimas, nunca la vi tan desecha antes.

—Siempre lo supe ¿sabes? Siempre supe... Que no eras completamente sincera contigo misma —soltó—, siempre supe que terminarías con un hombre.

¿Siempre lo supo?

¿Como era posible que siempre lo supiera si yo ni siquiera estaba segura de eso hasta hace unos días?

—Estoy embarazada —solté sin preámbulos, sabiendo que era algo que no podía seguir ocultándole.

Ella se quedó sin aliento como si le hubiera dado un golpe en el estómago. Tomé una profunda respiración y continué diciendo:

—Al principio hice este plan para tener dinero y cobrar la herencia, pero ahora, veo que me enamoré de él —solté sabiendo que mis palabras eran reales y que si había algún momento de decirlo era ahora.

—Estás enferma —replicó mirándome con asco—, tu no lo amas ¿tu piensas que él te va a amar?

Ella se rió a secas cuando me quedé callada.

—Lo sabía —murmuró—, sabía que seguías siendo tan ingenua, él nunca te amará ni te querrá como yo lo hice y espero que sea tu karma, porque fiel pocos lo somos.

Sin decir nada más, se dio la vuelta y se fue calle abajo entre la gente y la oscura noche.

Tomé una profunda respiración sabiendo que esto había salido muy mal. Cuando me voltee para ir al restaurante, me fijé en la chica que estaba casi detrás de mí.

Angelica.

Estaba ahí riéndose de mí.

Sus vestimentas eran extrañas, estaba completamente vestida de negro, su cabello recogido y parecía tener oscuras ojeras debajo de los ojos.

—Tu le dijiste ¿cierto? —pregunté alzando una ceja.

—Sí.

—¿Cual es tu problema? —solté, ella se empeñaba en aparecer siempre que le venía en gana.

Angelica se encogió de hombros y murmuró:

—Tú.

—¿Por qué? —solté— ¿por qué tanto odio hacia mí?

—Porque me molestas —replicó—, me molesta tu belleza y me molesta que hayas tenido siempre lo que yo no pude. Pero tranquila, he aprendido que debo cobrármelas por mí misma.

Sacó un cuchillo de su bolsillo trasero.

Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora