Capítulo 23: Mi corazón estaba cerrado.

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Capítulo 23: Mi corazón estaba cerrado.

—Lo secuestraron hace ya varios años. Un día fue a la escuela y no volvió, mi padre le ha dolido tanto —su voz se perdió—. Se ha vuelto tan estricto conmigo queriendo controlar cada cosa que hago. A veces... siento que me asfixia.

Oh vaya, eso no lo sabía, la verdad era que Dionisio nunca lo había mencionado y eso me hacía ver otra perspectiva de él. Conmigo siempre era alegre, un poco chiflado, pero por dentro parecía deprimido, tal vez por eso siempre se buscaba a cada mujer que podía y le pasaba por el medio, para llenar ese vacío que sentía.

¿Como no me había dado cuenta de eso?

—¿Has intentado decírselo a tu padre? —pregunté.

Ella soltó un bufido irónico.

—Él no me entiende —murmuró—, sé que se hace el fuerte pero le dolió mucho lo de mi hermano, no se ha recuperado... y no creo que lo haga nunca.

Apretó los labios como su hubiera hablado de más.

Pero lograba entenderlo, ¿quién podría recuperarse de un trauma como ese?

—Él no sabe que hacer conmigo —continuó diciendo— y la verdad yo tampoco puedo comprenderme, me siento a veces tan triste, luego otras tan feliz, pero luego me siento culpable por sentirme feliz y vuelvo a estar abajo sintiéndome patética, sin poder salir a la superficie y respirar. Solo me ahogo.

—No debes sentirte culpable por sentirte feliz —respondí—, te preguntaré algo, si tú desaparecieras, ¿te gustaría que tu padre estuviera triste todo el tiempo?

Ella lo pensó por un momento.

—No —respondió—, me gustaría que fuera feliz.

Sonreí un poco.

—Eso mismo —dije— estoy segura que eso es lo que desearía tu hermano. Que a pesar de que no estuviera aquí, fueras feliz.

Ella afirmó con la cabeza.

Empezamos a hablar de sus cortadas un poco más y ella me confesó que no se sentía nada bonita, como lo había sospechado, en esta fase de la adolescencia todo era tan complejo, en especial para alguien que creció sin una madre y luego tuvo una perdida como la de su hermano. Cuando nos dimos cuenta, nos habíamos pasado de la hora.

—Ya terminamos por hoy. —le dije, tampoco tenía que saturar la primera conversación, tenía que dejar que ella poco a poco se abriera conmigo, habíamos tenido un gran progreso por hoy, parecía encantada de que alguien por fin la escuchara y yo estaba satisfecha con eso.

—¿Ya? —preguntó sorprendida.

—Sí. —dije con una leve sonrisa.

—¿Puedo volver a verte? —preguntó.

—Claro cariño —respondí—, puedes venir a esta misma hora, o escribirme cuando quieras, te pasaré mi número, podemos hablar siempre que quieras.

Sus ojos brillaron un poco con una sonrisa un poco más sincera.

—Gracias, sí, me encantaría.

—Haré pasar a tu papá —dije— ¿Quieres comer algo?

—Sí, muero de hambre —dijo.

—Ya prepararemos algo —le prometí.

Fui a la puerta y abrí, ahí estaba Dionisio sentado usando su teléfono con cara completamente aburrida, en cuanto me vio se levantó y sonrió.

Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora