Capítulo 30: Celos, Parte I

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#Minimaratón

Capítulo 30: Celos, Parte I

A la mañana siguiente entreabrí los ojos sintiendo mucho calor, y me sobresalté al ver que unos brazos me tenían envuelta alrededor, mi cabeza apoyada de su fuerte pecho y mi mano... joder mi mano estaba envuelta encima de su miembro que tenía una erección mañanera, la quité rápidamente, el movimiento brusco pareció despertar a Dionisio porque se removió un poco y me miró somnoliento, pestañee un par de veces, aún también en la división que me hacía sentir entre dormida y despierta, alcé la vista encontrándome con sus ojos avellanas, estábamos demasiado cerca el uno del otro, y entonces de un momento a otro nuestros labios se encontraron.

Sin decir nada, sin cruzar palabras, solo nuestras bocas unidas en un beso que empezaba ponerse cada vez más profundo, mordí su labio inferior y él jadeó para subirse encima de mí entre mis piernas, su erección presionando mi vientre aumentando mi calentura mientras empezaba a besar mi cuello.

—Esto está mal —susurré mientras él me bajaba el escote de la camisa de tirantes y se metía mis pezones a la boca, chupándolos, solo habían pasado unos días desde la última vez que estuvimos juntos y vaya que mi cuerpo lo se sentía como una eternidad, reaccionaba ante él queriendo más.

—Entonces no estemos bien. —susurró Dionisio.

Me arquee contra él necesitando que me llenara, pero luego recordé mi fuerza de voluntad de anoche y recordé...

Que esto estaba mal.

Que esto era un contrato.

Y que esto no podía seguir así.

—No, no —dije y lo tomé por los hombros deteniéndolo—, no detente.

Él alzó la vista hacia mí ahora un poco más despierto y entonces se separó rápidamente de mí.

—Vale —dijo—, lo siento.

¿Que lo sentía? Yo lo sentía conmigo misma por torturarme y no complacer a mi cuerpo con lo que quería, pero no quería que nada sucediera. Esto era un trato, nada más.

—Voy a bañarme —dijo Dionisio y seguidamente se levantó de la cama para encerrarse en el baño.

Yo suspiré y me fui a bañar en el baño del pasillo a ver si con agua fria lograba que mi cuerpo se enfriara. La mañana desayunamos en el patio, tuve que aguantar que Angelica se sentara al lado de Dionisio usando unos cortos jeans y una franelilla sin sostén donde se notaban sus pezones duros, y para mi completo agotamiento le sacaba conversación a Dionisio y él le respondía con una sonrisa de esas que me dedicaba a mí.

Los celos me estaban comiendo viva, cosa que no comprendía, se suponía que esto era un trato y no debía de sentirme como una real novia posesiva, pero lo estaba y aún más porque estaba frustrada sexualmente por reprimirme esta mañana de acostarnos.

¿Quién me entendía? Tenía un caos en la cabeza.

En horas de la tarde mi mamá y yo estábamos en el jardín sembrando unas flores, Dionisio estaba cortando el césped con mi padre, más de una vez me distraje al verlo con los lentes oscuros puestos, se veía tan apuesto con su franelilla que dejaba ver sus músculos, sin embargo, como no Angélica como toda una mosca en la sopa vino de la casa vistiendo tan solo un mini traje de baño color negro que no dejaba casi nada a la imaginación, en sus manos una bandeja con jugo, furiosa dejé lo que estaba haciendo y la intercepté.

—¿A donde se supone que vas? —solté.

Ella me sonrió y pestañeó con fingida inocencia.

—A llevarle jugo a mi tio y a Dionisio, se ven que están sedientos —respondió con tranquilidad como si no pudiera ver sus claras dobles intenciones.

—¿Vestida así? —pregunté, ella amplió su sonrisa cínica.

—Voy a bañarme en la piscina —replicó.

Angélica me iba a sacar canas verdes.

—No crear que no sé lo que haces —refuté entre dientes.

—¿Qué hago? —alzó una ceja.

—Intentas seducir a mi novio. —decirlo en voz alta se sintió realmente territorial y extraño para mí.

Ella alzó una ceja.

Uhm —murmuró—, de seguro que en cualquier momento se da cuenta de que soy más guapa que tu y te deja.

Con esa irritable sonrisa, se soltó de mi agarre, me rodeó y continuó a llevarles las bandejas con jugo. Observé como Dionisio la miró, detrás de esos lentes oscuros de seguro aprovechaba para hacerle un escaneo completo y le sonrió.

Los celos empezaron a carcomerme entera.

¿Por qué estaba celosa? Se suponía que no debía de sentir nada.

Pero aquí estaba, sintendo miles de cosas.

No iba a dejar que ella continuara entrometiéndose.

Ya caía la noche así que entré a la casa justo cuando mi madre guardaba las semillas y cosas del jardín.

—¿A dónde vas? —preguntó mi madre al ver que pasé como alma que lleva el diablo directo a la casa.

—Hace calor —repliqué—, voy a bañarme en la piscina.

—Vale —dijo—, yo ya estoy cansada, iré a dormir.

No le dije nada, solo fui escaleras arriba y busqué en el cajón mi traje de baño rojo capaz de llamar la atención hasta en mil kilómetros de distancia.

No iba a dejar que ella se saliera con la suya.

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Amor por 4 meses (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora